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DIMARTS MERCAT

El baúl de los recuerdos

El baúl de los recuerdos

Que nada, que no hay manera, que repetimos la historia, vicios y costumbres por mucho tiempo que pase, por muchos años que vengan y muchas nuevas virtudes que inventemos. Mientras nuestros sanitarios se dejaban la piel las noches de Navidad y Nochevieja (la piel, la carne, las tristezas y los recuerdos) para intentar abarcar al mayor número de pacientes posibles, muchos de ellos negacionistas, que cuando se han visto con el agua al cuello han pedido socorro viendo que comenzaban a tocar fondo, nuestras televisiones, públicas y privadas se esforzaban en repetir los mismos bodrios que en años anteriores para que el personal gozase ante la pantalla y olvidase la terrible tragedia que nos invade.

Lo que ocurre es que para que goce el personal y goce buenamente, (con o sin orgasmar) no hay más remedio que tirar de baúl de los recuerdos (cualquier tiempo pasado nos parece mejor) y hacer contratos de pocas horas a los «eternos» artistas que tenemos en este país y no se retiran ni en ERTE programados. Raphael por ejemplo, creo que era la actuación 47.325 desde que se lanzó con el «Yo soy aquel» y remató con el tamborilero. O con Ana Torroja, cuyo especial en Nochebuena fue calificada por muchos como el no va más de las cosas bien hechas, pero ya me dirán que mérito tiene lanzarse a cantar las eternas canciones de Mecano acompañada por los amiguetes del momento.

Le faltó su amigo Nacho Cano, cuyo placer eterno era hacer giras para despertase cada día en un cama y una desconocida diferente (son palabras suyas), y así le han ido las cosas hasta ser devorado por la cobra de Madrid. Y faltó -como no- María Jesús y su acordeón, pero tenía motivos para no estar pues se la rifan en los hoteles de Benidorm (que nostalgias del Poseidón) donde termina sus actuaciones cuando despunta el alba y los pajaritos mueven la colita al ritmo de su música.

¿Y que me dicen de los ballets y coreografías al estilo de King Africa? ¿O las pegadas canciones de la barbacoa o el chiringuito, que igual sirven para un roto que para un descosido, o para un verano que un invierno? Lo importante es tener al personal lo suficientemente entretenido, para esperar que entre pieza y pieza musical (prehistóricas) se anuncie que el rey emérito ha vuelto con honores de gran autoridad a ocupar algún palacete de esos que todavía quedan para los corruptos y compañía, tan abundantes en los últimos tiempos. O sea, darle yantar y cobijo para mientras le queden fuerzas intentar desplumar a quienes se le pongan por delante.

Somos tan chulos y tan consentidores que rozamos la idiotez. Pocos países permitirían robos tan flagrantes como el que nos ocupa sin que caigan responsabilidades penales, sea quien sea, pero siempre le toca a Pepito que robó una lata de sardinas para poder comer. Y es que como dice un dicho popular: «donde hay poca justicia es un peligro tener razón».

Así que tenemos que vivir y convivir con la sociedad en la que estamos, pero al menos habría que intentar cambiarla en lo que se pueda, si es que se puede, pero visto el panorama lo tenemos crudo, tan crudo como para contemplar que se desprecia una reforma laboral sin haberla ni siquiera leído y derechos tan elementales que no merece ni la pena nombrar.

Pero se nos metió en casa Raphael y la Torroja sin haberlos invitado o unos cuantos presentadores cantando en playback y desafinando como mil demonios, precisamente pocos días después de que Serrat anunciase que se marcha, que ya está bien de tanto tiempo de escenarios y que posiblemente cogerá el mismo tren que Penélope para encontrar al amante perdido. Se marcha Serrat y dejará viudos y viudas a todos aquellos que nacimos en el Mediterraneo pero como dice Sabina, «al amor cuando muere mata y amores que matan nunca mueren».

Siempre hay una razón para seguir creyendo, incluso sin cena de Nochevieja municipal en el pabellón para los que ya pasamos de los sesenta. ¡Paciencia!

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