Han sido pequeños terremotos, la mayoría apenas ha alcanzado los dos grados en la escala Richter. Sin embargo, la sucesión de seísmos registrados en la zona de Millares —en la Canal de Navarrés— y Catadau —en la Ribera— ha llevado a los técnicos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) a instalar nuevo equipamiento en la zona para detectar de forma más clara los recurrentes movimientos sísmicos.

Jose Benito Bravo, jefe de servicio del IGN, atendió ayer a Levante-EMV y explicó que en las últimas semanas se ha instalado nuevo equipamiento en la zona: «Parece que desde 2020 hay más terremotos que en períodos anteriores. Es difícil tener conclusiones al respecto porque hay que tener en cuenta una gran cantidad de factores, ya que períodos de uno o dos años son muy cortos cuando hablamos de geología. Lo que sí hemos hecho es instalar más instrumentos en la zona para tenerla más vigilada».

Así, se ha apostado por la ubicación de nuevos sismógrafos y acelerógrafos. Los primeros —más conocidos— miden la velocidad con la que se mueve el suelo durante un movimiento sísmicos y son mucho más sensibles y de espectro más amplio. Los acelerógrafos, por su parte, miden la aceleración y recogen información más precisa pero de mucho menor alcance geográfico. «Son menos sensibles y aguantan mejor los movimientos fuertes. Un sismógrafo, por ejemplo, puede llegar a medir desde España un terremoto de Japón», expuso Bravo. A su vez, el especialista comentó que «España un país con una sismicidad moderada, tirando a baja. La zona de la costa del Mediterráneo históricamente sí ha registrado terremotos». Consultado por si es fácil que residentes de Millares noten los temblores, el experto explicó que es una situación con muchas aristas: «Depende muchas cosas, como la intensidad, el tipo de terreno, si la persona está despierta, el tipo de edificio, la profundidad de seísmo... si es muy profundo ha de tener cierta magnitud. Los sismógrafos son muy sensibles y ellos sí lo captan, es algo muy diferente».

Francisco García García, catedrático de Geofísica y Prospecciones de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), también analizó la situación que se vive en Millares. Explicó que este tipo de seísmos en la zona «es habitual» debido a los «movimientos de reajustes tectónicos» que se producen en la cordillera ibérica. «La tierra se mueve y se sigue moviendo», recalcó el experto. García relacionó los temblores con la falla de Jumilla que pasa por Xàtiva y el sur de Estubeny, un área «con frecuente sismicidad». El catedrático señaló, además, que la actual red sísmica es muy sensible y detecta «cualquier pequeño movimiento». En cualquier caso, García hizo hincapié en que la falla existente en la zona de Enguera-Montesa «es más activa» y destacó que en el sistema bético los reajustes sísmicos «son más fuertes» que en el ibérico, donde se localiza Millares.

Ricardo Pérez, por su parte, es el actual alcalde de Millares, un municipio de la Canal de Navarrés que concentra 340 vecinos habituales. Explicó que la mayoría de residentes no se han dado cuenta lo ocurrido: «Hay algún caso aislado de gente que vive en la parte alta del pueblo que sí nos ha dicho que notó el temblor de finales de enero, pero para el resto es una anécdota. Está claro que ahora hay más tecnología, pero si el tema continua igual quizás sí debería estudiarse», comentó.

«Fue muy breve, por segundos»

Mónica Sánchez es una de las pocas ciudadanas de Millares que ha notado los recientes temblores, al vivir en la parte más alta de la localidad: «Ocurrió el pasado 27 de enero. Estaba hablando por teléfono y noté que se movía la casa, a la persona de la otra línea le dije que estaba pasando algo. Fue muy breve, por segundos, pero fue como si se recolocara la casa. Hablé con algunos vecinos y nadie sintió nada». Hace unos años, en la década de los 90, vivió un episodio de mayor magnitud: «Estaba con mi hermana y notamos que se movían las cosas. Un armario que tenía un equipo de música se abrió de par en par».

Otros vecinos consultados no han notado los pequeños terremotos. Algo similar a lo ocurrido en Bocairent, donde el jueves se registró un seísmo de 1,5 grados.