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Xàtiva en los tiempos del cólera

«Enfermedad y sociedad en Xàtiva durante el siglo XIX» se presenta en la Casa de la Cultura

Margarita Llaudes, Germán Ramírez Aledón y Antonio López Alemany, autor del libro. | PERALES IBORRA

El pasado jueves tuvo lugar en la Casa de Cultura de Xàtiva la presentación del libro «Enfermedad y sociedad en Xàtiva durante el siglo XIX. Epidemias de 1834 y 1854» Una obra de Antonio López Alemany, oftalmólogo y profesor de la Universitat de València, además de director de la editorial Ulleye. Un estudio donde se analiza la incidencia del cólera que asoló Xàtiva en sucesivas oleadas a lo largo del siglo XIX. El autor se centra en el análisis cuantitativo de las dos primeras, la de 1834 y 1854. Desgraciadamente se han puesto de moda también hoy a causa de la incidencia de la covid, afortunadamente no tan mortífero como el cólera, epidemia que ha sido históricamente la que más ha disparado los índices de la mortalidad catastrófica en Xàtiva.

Se trata de una versión de la tesina de licenciatura en medicina que defendió en 1987, bajo la dirección del profesor Emili Balaguer, que tuvo como asesores a la catedrática en historia de la medicina, Rosa Ballester, y al doctor en historia, Germán Ramírez. Ambos coordinaron la presentación, junto a Margarita Llaudes, gerente del área de salud de Xàtiva y Ontinyent.

Hasta 1883, el científico Koch no identificó el bacilus Vírgula, el agente patógeno causante de la enfermedad. Su foco endémico se localizó a orillas del Ganges, y a principios del siglo XIX comenzó a extenderse por Europa, a causa del movimiento de tropas. Sobre 1834, el bacilus Vírgula vino a empadronarse en Xàtiva. El profesor López Alemany nos argumenta las razones. Contaba con gran cantidad fuentes de agua, como Bellús y Santa, que facilitaba la transmisión hídrica de la infección, los movimientos de tropas en la urbe ocasionados por las guerras carlistas originadas por la crisis sucesoria tras la muerte de Fernando VII en 1833, y las características de una urbe hacinada, encerrada entre sus murallas, y con un gran trasiego comercial.

1.450 defunciones

La epidemia de 1834 duró, según cálculos del autor, unos 69 días, desde el 14 de julio hasta el 20 de septiembre. Tras el análisis de los registros parroquiales, tuvo que lidiar con el problema de calcular la sobremortalidad en base a fórmulas matemáticas, al no especificar las partidas de defunción, la causa de la muerte. Tanto sus cálculos como las fuentes históricas arrojan una cifra de 1.450 defunciones. De ser así, se podría considerar como la mayor catástrofe humanitaria sufrida por la ciudad en toda su historia.

Lo más curioso de la publicación, es que la epidemia no pilló a la ciudad por sorpresa, y todas las medidas tomadas no sirvieron de nada. Ni la limpieza urbana de inmundicias, ni evitar el estancamiento de aguas, ni el cierre de la ciudad, utilizando como principal puerta de acceso, la de Sant Francesc. Por otro lado, sí que funcionó el aislamiento de contagiados en improvisados lazaretos situados en la periferia urbana como la ermita del Calvario Alto o la finca de Casa Blanca, o la transformación del Mont Sant en hospital, y sus alrededores en cementerio. Sí que funcionó el previo acopio de víveres y el haber previsto la construcción de carros y camillas para el traslado de enfermos.

Además, sirvió la desgracia a las autoridades competentes para comenzar a plantearse la necesidad de localizar fuera del ámbito urbano los servicios del cementerio, el Matadero y la Pescadería, temas recurrentes a lo largo del siglo XIX, y que el autor reproduce documentalmente a través de la recreación de los informes de las Juntas de Sanidad de la época.

Tuvo mejor suerte el doctor Antoni López Alemany a la hora de cuantificar las defunciones de la segunda oleada de cólera acaecida en 1854. En esta ocasión, los registros parroquiales sí apuntaban la causa de la defunción. En total contabilizó 317, frente a las 211 que apuntan las cifras oficiales. Aprovecha el autor para analizar también otras causas de muerte en aquel año. No aprendió Xàtiva del pasado, se deduce de su estudio. A pesar de la catástrofe humanitaria del período anterior, e ir sobre aviso, se permitió que la ciudad acogiese más tropas en las guarniciones militares, ni se pudo evitar el éxodo ciudadano. La epidemia duró en esta ocasión 63 días, desde el 13 de septiembre hasta el 14 de noviembre. Y el cólera llegó para quedarse como el coronavirus. El Vírgula volvería atacar Xàtiva en 1855, 1860, 1865, 1885, y tal vez en 1890.

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