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Adiós multitudinario en Ontinyent al párroco que impulsó Sant Rafel

Dos días de duelo honran la figura del sacerdote Lluís Espí, nombrado hijo adoptivo de la localidad por su importante labor social y educativa

Capilla ardiente del párroco y hijo adoptivo de Ontinyent Lluís Espí.

Ontinyent se volcó ayer en la afectuosa despedida de un sacerdote que ha dejado una profunda huella en la localidad. Lluís Espí (Agullent, 1932) levantó de la nada la emblemática parroquia de Sant Rafel y, durante sus 47 años como párroco en el barrio, desplegó una intensa labor social y educativa que en 1998 le valió la distinción honorífica como hijo adoptivo de la capital de la Vall d’Albaida.

En el municipio donde Espí ejerció la mayor parte de su vida se han decretado dos días de duelo oficial en los que las banderas ondean a media asta. Idéntica medida se ha adoptado en Agullent, su localidad natal. La capilla ardiente con sus restos, instalada en la Casa de la Cultura, recibió ayer un aluvión de visitas de vecinos que quisieron darle el último adiós, antes del entierro de esta tarde en Agullent, que estará presidido por el cardenal-arzobispo Antonio Cañizares.

Espí aterrizó en Ontinyent en 1963 como consiliario de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC) de las comarcas de l’Alcoià, la Vall d’Albaida y la Costera, adscrito a la Parroquia de Santa María. A partir de 1965, cuando fundó la parroquia de Sant Rafel, se convirtió en una figura trascendental en el desarrollo del barrio, donde en 2013 se bautizó una plaza con su nombre como agradecimiento a su larga dedicación, dos años después de su jubilación.

El alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, arropó a la familia y participó ayer de cerca en el adiós a Espí, a quien describió como un ferviente «defensor de los derechos» y «una clara voz en la proclamación del Evangelio». «Hoy el mundo pierde a una persona buena; Ontinyent, a un referente moral y ético y yo, a un buen amigo», lamentó Rodríguez. A la capilla ardiente acudieron concejales, los exalcaldes de la ciudad y muchos representantes vecinales.

Apostolado social

 En similares términos se expresó el alcalde de Agullent, Pau Muñoz. «Nos deja como herencia su actitud ante la vida, de humanidad y de fraternidad», manifestó este miércoles. «Siempre estará entre nosotros y servirá de fuente de inspiración en la tarea de mejorar la vida del vecindario agullentí», ahondó el alcalde de un municipio en el que el fallecido también fue muy querido por su dedicación «en cuerpo y alma» a los fieles y al apostolado social. Espí -que durante una temporada escribió artículos de opinión en Levante-EMV- fue ordenado sacerdote en València en 1958, aunque también cursó estudios de profesor de EGB. De hecho, formó a muchos adolescentes de Ontinyent como profesor de religión en Bachillerato, labor que ejerció durante 23 años.

Su despedida de la parroquia de Sant Rafel en 2011, cuando contaba con 79 años, congregó a medio millar de vecinos y evidenció el gran cariño profesado al párroco en su localidad de adopción. En el vestíbulo de la iglesia se conserva una placa conmemorativa en su recuerdo.

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