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La caída del 50% en la actividad ahoga al sector avícola de la Vall

La subida de costes amenaza la supervivencia de las granjas de pollos - «Somos un motor económico en los pueblos rurales, pero no hay relevo generacional y los granjeros más veteranos no saben si podrán jubilarse»

Gonzalo Català, en el interior de su granja avícola ubicada en Llutxent. | PERALES IBORRA

Cada sacudida en el tablero macroeconómico acerca un poco más al abismo a los pequeños productores avícolas de la Vall d’Albaida, una comarca donde las granjas continúan siendo un importante foco de actividad en pequeños municipios como Pinet, Llutxent o Quatretonda, con 645.000 aves de cría según el último censo ganadero de 2021. El sector atraviesa un momento de máxima incertidumbre como consecuencia de la saturación del mercado y de una subida galopante de los costes que está impactando de lleno en el precio de la carne de pollo que se paga en la tienda. La consecuencia es un desplome de la producción que los granjeros estiman ya en el 50 % y que —según alertan— podría traducirse en un futuro escenario de desabastecimiento.

El frenazo en la actividad de las explotaciones llega en un momento en el que los gastos de mantenimiento se han disparado en torno a un 35 %, si se tiene en cuenta la subida de los piensos, la luz, el gas, la biomasa, el agua y otro largo etcétera de materiales. «Hay granjeros que están sufriendo mucho. Al no venderse tanta carne porque es más cara, no hay tanta rotación y las granjas no tienen animales», resume Gonzalo Català, productor de tercera generación que gestiona varias explotaciones a medio caballo entre Llutxent y Pinet.

La preocupación se palpa sobre todo entre los propietarios más veteranos, como es el caso otra granjera de la zona que tiene 57 años pero teme «no poder aguantar» hasta la jubilación por la escasez de pollos. Y no es la única. «Todas las empresas están saturadas, en el supermercado el precio se ha encarecido mucho y el consumo se resiente. Nos estamos viendo muy afectados y muchos ya no pueden asumir los gastos», incide Català. La crisis también aleja las perspectivas de un relevo generacional en un sector tremendamente sacrificado en el que los jóvenes declinan trabajar. «Esto trae consecuencias, porque las granjas son un motor económico en zonas rurales en peligro de despoblación como Pinet y si toda la gente joven se va a trabajar a la fábrica o a la obra estos pueblos se quedarán sin nada, no habrá vida», lamenta el ganadero de 38 años, que echa en falta más apoyo de la administración al sector. «O nos ayudan o no compensará seguir. Si no estuviéramos integrados en una empresa y criáramos por nuestra cuenta sería una ruina, algo inviable», sostiene.

La reciente apertura de la Unión Europea a la importación de pollo desde Marruecos constituye otro revés para las granjas, que afrontan el horizonte con menos recursos para continuar siendo competitivas. Las explotaciones más antiguas, gestionadas por granjeros veteranos, son las que más afectadas se están viendo por el encarecimiento de costes. Aunque por o normal soportan menos gastos energéticos, están peor acondicionadas cuando llegan episodios de fuerte calor como los que se están sucediendo este verano, con muchas noches con el termómetro por las nubes. «El ventilador tiene que estar encendido todo el día y hay más consumo», subraya Català.

Reformas inasumibles

Todo apunta a que los problemas se acrecentarán de cara al invierno, teniendo en cuenta que las granjas avícolas están pagando hasta tres veces más que antes por el suministro. «Parar la calefacción generaría problemas de bienestar animal y para la calidad de la carne y los rendimientos del granjero disminuirían», recalca el productor, que reconoce que con la que está cayendo «es para plantearse» continuar en esta actividad.

El endurecimiento de la normativa urbanística, además, obliga a las granjas a efectuar reformas para adaptarse a las nuevas exigencias. Muchas se construyeron en tiempos en los que no se pedía licencia de actividad y ahora deben legalizarse, pero con los gastos tan ajustados los propietarios se ven obligados a endeudarse y temen no poder pagar.

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