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La falta de lluvias rebaja el calibre y augura otra campaña citrícola bajo mínimos

La reducción de las cosechas en la Costera y los precios por debajo de los disparados costes de producción agravan la pérdida de rentabilidad de los productores - Los elevados gastos reducen el consumo de agua de riego y de fertilizantes en el campo

Campos de naranjos en una imagen captada hace unas semanas. | PERALES IBORRA

El pesimismo se mantiene instalado en el sector citrícola de la Costera y la Canal un año más como consecuencia de una serie de condicionantes climatológicos adversos que consolidan el declive de la rentabilidad de los cultivos en un contexto descorazonador por la subida de los costes de las materias primas. Los principales indicadores que manejan los productores auguran una nueva campaña por debajo de las expectativas que eran habituales hasta hace un lustro debido a la merma de las cosechas y a la reducción del calibre de los frutos.

El factor causante de ambas circunstancias adversas es el mismo, aunque por distinto motivo. Por un lado, se estima que las intensas lluvias de la pasada primavera ocasionaron daños en 389,5 hectáreas de naranjos de la comarca de la Costera que se han traducido en la pérdida de alrededor de un 11 % de la producción prevista. Por otro, la falta de precipitaciones que sufre el campo desde hace meses está provocando que buena parte de los cítricos no alcance el diámetro mínimo exigido para su comercialización en los mercados. «Durante muchos días no ha caído ni una gota de lluvia y eso ha hecho mella en la fruta», señala el citricultor de Montesa Ricard Fillol, que plantea que este año se reproducirán los problemas para dar salida a la cosecha con los que se encontraron los productores el pasado año.

La crisis de precios no hace sino agravar la situación. Los costes de producción se han disparado un 40% solo en los dos últimos años y en las comunidades de regantes de la Costera constatan un descenso del riego del que hacen uso los agricultores por el incremento desorbitado de los gastos energéticos. Fillol, responsable comarcal de la Unió de Llauradors, también apunta a una menor utilización de los fertilizantes en los cultivos por el mismo motivo, dado que los precios se han llegado a triplicar en el caso de algunos productos. El resultado es una tendencia cada vez más al alza del abandono de explotaciones citrícolas.

«La baja rentabilidad agraria hace que el agricultor trabaje a pérdidas y es muy complicado poder subsistir», resume Rafael Masip, de la comunidad de regantes de Xàtiva, en la Ser.

Si las predicciones confirman, con la de 2022/2023 se encadenarán cuatro temporadas consecutivas en las que la producción de cítricos se queda por debajo de la media considerada normal, con la previsión global de un descenso de en torno al 10 % respecto a la campaña 2021/2022. En la bajada han influido tantos las lluvias persistentes del primer semestre del año como las olas de frío y las oscilaciones bruscas de temperaturas durante las fases de floración y cuajado del fruto.

Precios un 25% por debajo del coste

Los precios ruinosos percibidos por los productores de la Costera y la Canal dejaron buena parte de las cosechas de navelinas en el árbol y echaron al traste la última campaña, que fue una de las más desastrosas que se recuerdan para el sector. Según las fuentes consultadas por este diario, los primeros movimientos comerciales que se están registrando para hacer acopio de producto con vistas a la nueva etapa de recolección mantienen unos precios en origen hasta un 25 % por debajo de los costes de producción con los que cargan los agricultores.

En base a estas estimaciones, los operadores privados están ofreciendo pagar la navelina en torno a 0,21 euros el kilo, cuando los gastos que supone el cultivo de la naranja superan los 0,32 €/kg. Los comercios también tratan de adquirir clementinas precoces a 0,28 €/kg. Con estos precios los productores perderían de media 0,11 euros por cada kilo vendido, según las entidades agrarias.

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