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Doce años de espera para autorizar una mina de arcillas en la cuna alfarera de la Vall d'Albaida

Una empresa cerámica de Castelló de Rugat se ve obligada a comprar la materia prima fuera por el retraso de los permisos de apertura de una cantera solicitados en 2010 en unos terrenos de su propiedad

Instalaciones de la empresa cerámica entre Castelló de Rugat y Ràfol de Salem. PERALES IBORRA

Uno de los lemas turísticas de Castelló de Rugat reivindica a esta localidad como la cuna de la alfarería por sus yacimientos y por su larga vinculación con una actividad por la que durante mucho tiempo fue conocida como el pueblo de las tinajas. Hoy en día, sin embargo, una de las pocas fábricas dedicadas a la fabricación de elementos cerámicos que resisten en la zona -de las muchas que llegaron a haber hace décadas- se ve obligada a comprar fuera toda la materia prima a la espera de que le autoricen a explotar una reserva de arcillas en unos terrenos de su propiedad.

El problema es que la tramitación de los permisos se alarga ya desde hace doce años y la lentitud del procedimiento exaspera a la empresa, nacida hace 92 años y enfocada a la fabricación de tableros cerámicos machihembrados, conocidos como "bardos", utilizados en la construcción. Fue en 2010 cuando Cerámicas Alonso, SL presentó el proyecto para solicitar a la administración autonómica la apertura de la explotación minera de arcillas El Molí en una superficie donde antiguamente ya se practicaron extracciones. El perímetro de la actuación comprende cinco parcelas de 2 hectáreas de extensión ubicadas en el polígono de Castelló de Rugat, pegadas a la gran nave de la mercantil y próximas al municipio de Ràfol de Salem.

Esta semana, la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural y Emergencia Climática ha emitido la declaración de impacto ambiental (DIA) favorable a la intervención planteada, un paso importante que, sin embargo, no es ni mucho menos el último del camino, a falta aún de distintos informes sectoriales. "La administración va muy lenta, seguimos peleándolo pero no podemos hacer más. No dejan hacer canteras nuevas y tenemos que comprar el material de muy lejos, con los costes y la contaminación que ello supone", apuntan desde Cerámicas Alonso. El retraso no es exclusivo de esta cantera, sino que afecta a todo el sector cerámico, como han denunciado compañías como Pamesa que también tienen que esperar 10 años para obtener los permisos de un nuevo yacimiento cuando en otras comunidades los trámites son más rápidos.

159.000 metros cúbicos de arcillas

Desde la empresa de Castelló de Rugat, en cualquier caso, señalan que la mina que se pretende abrir en el término de esta localidad no tiene una gran dimensión y no supondría la principal fuente de explotación de la compañía, que como otras de su ámbito está sufriendo mucho el incremento de los costes energéticos. "Se lo comen todo", lamentan.

La DIA concedida por la conselleria cifra en 265.847 m3 el volumen total de las reservas explotables de la cantera, de los cuales se estiman que 159.000 m3 serán arcillas y un 40% será material estéril. "Suponiendo una producción anual de arcillas de 20.000 toneladas al año y teniendo en cuenta unas reservas netas de 318.013 toneladas, se establece un horizonte de actividad de 16 años", indica el documento publicado. Desde la empresa, sin embargo, aseguran que la producción anual de arcillas será mucho menor.

Las labores de extracción se realizarán por el método de cielo abierto, con un único hueco de excavación descendente. El material arcilloso, una vez cargado en los camiones bañera, será conducido a las instalaciones industriales de la mercantil. La planificación proyectada prevé que se vaya simultaneando la restauración de las zonas abandonadas conforme avance la explotación, para minimizar el impacto ambiental. La DIA comporta la adoptación de una serie de medidas correctoras para garantizar la sostenibilidad de la actividad y evitar molestias teniendo en cuenta que la población de Ràfol de Salem se ubica a una distancia inferior a 500 metros de la zona de extracción. La actuación supone la ocupación de una zona de policía del barranco del Xarquet, pero se respeta la servidumbre para uso público y no supone ningún peligro.

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