LA CIUDAD DE LAS DAMAS

Jorge Rodríguez y Mónica Oltra

Mar Vicent

La semana pasada se hizo pública la sentencia sobre Jorge Rodríguez, alcalde de Ontinyent y otras 14 personas, a las que detuvieron en junio de 2018 cuando presidía la Diputación de València que parece tener gafe. Sucedía a Alfonso Rus, que también es protagonista de un montón de abultados expedientes judiciales, que seguramente no tendrán el mismo final.

Les acusaron de contratar enchufados en una entidad, que se llamaba IMELSA cuando el PP alimentaba sus propias historias de corrupción y cambió el nombre a DIVALTERRA cuando el PSPV ganó el gobierno provincial. Una cosa muy fea, que no tendría que pasar nunca, pero se había casi normalizado en la etapa anterior, con la derecha en el poder, junto a otras prácticas igual o más desvergonzadas y corruptas, que nos dieron una fama deplorable que han tenido que lavar con lejía quienes vinieron después.

Esa fue la acusación, pero vale la pena contar que, a diferencia de lo sucedido en otros casos similares o mucho peores, los sacaron, a algunos de ellos de la propia Diputación, esposados y escoltados por un policía con gafas de sol y pinta de perro guardián. Daba la impresión de que lo suyo no era un supuesto delito administrativo, sino que tenían conexiones con la yihad y línea directa con el presidente iraní. La policía se presentó en casa de alguno de los acusados, enseñando la placa y la orden de registro, como si escondieran armas nucleares. Todo un show para desgracia de los afectados y alegría de sus enemigos, que disfrutarían lo suyo.

5 años de pesadilla. Ahí empezó la pesadilla que ha durado 5 largos años hasta que hace pocos días, oportunamente pasadas las elecciones, salió la sentencia que no solo los absuelve, sino que valora como absolutamente positiva, la gestión realizada en beneficio de la entidad. Toma ya.

El entreacto desde luego no debe haber sido nada fácil. A Jorge Rodríguez le dejaron más solo que a la luna, empezando por su partido que aplicó implacable la ley no escrita de condenar al acusado hasta que se demuestre lo contrario. Funcionó a la perfección el terrible refrán del río que suena por el agua que lleva, que tanto conviene a los profesionales de la calumnia y la maledicencia.

Aunque el hombre no paró quieto, reaccionó como una lagartija cuando le pisan la cola y se montó un partido propio, que ganó dos mayorías imponentes en su localidad. Pero el sufrimiento propio y el causado de forma involuntaria a familia y gente querida, al verse en situación tan surrealista es fácil de imaginar.

La historia tiene un final feliz, llena de justicia poética, al permitir que quien salió en su día por la puerta de atrás de la Diputación de València, vuelva ahora por la puerta grande, con derecho a decidir sobre su gestión. Parece que al final han ganado los buenos, es decir, la verdad. Pero ha sido una justicia bastante defectuosa, que ha llegado demasiado tarde, castigando así de forma añadida a unos acusados, que no eran culpables. Que ahora, simplemente, cierra el caso y devuelve el honor perdido, sin mayores consecuencias y desde luego sin disculpas.

Oltra exonerada. Se acaba de hacer público un informe policial que exonera de toda culpa a Mónica Oltra, exvicepresidenta de la Generalitat valenciana que tuvo que dimitir acusada de graves delitos. Un informe que existía dos semanas antes de las elecciones, pero se ha conocido en diferido de forma conveniente, reforzando la idea de los oscuros intereses de quienes utilizan descaradamente el sistema judicial para quitarse de en medio a los adversarios. Eso no es política, ni es democracia, sino mafia y dictadura.

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