Casas de comida

En el 10 % de las viviendas de Xàtiva vive una persona sola, en la mayoría de casos una mujer, que suele estar algo cansada de cocinar y poco motivada para hacerlo para ella sola

Un plato elaborado por el restaurante Ca Conxa para el FirAll de Xàtiva.

Un plato elaborado por el restaurante Ca Conxa para el FirAll de Xàtiva. / Perales Iborra

Mar Vicent

Xàtiva

Casi un centenar de comercios te dice Google que existen en Xàtiva — solo en la ciudad de Xàtiva— cuando alguien quiere comida para llevar a casa. La verdad es que una cifra impresionante, aunque no del todo exacta. A descontar restaurantes y comercios que cerraron sus puertas y otros que, aunque admitan esa posibilidad, no se dedican a ello de forma prioritaria, siendo fieles al formato de mesa y mantel, carta y menú, postre y café.

El detonante principal que impulsó esta nueva forma de negocio y de alimentación fue sin duda la pandemia, que hizo espabilarse al sector de la restauración para encontrar formas de subsistir. Y lo que al principio parecía una moda muy anglosajona se fue imponiendo con autoridad y vocación de permanencia. Por eso hoy casi todos los restaurantes anuncian su oferta de comida para llevar a quien no quiera sentarse en una mesa a degustar el menú con todos los rituales y normas sociales que ello conlleva. Y es que la comida puede ser un acto social gratificante pero también a veces una necesidad básica a cubrir sin excesiva inversión de tiempo, ni de dinero. 

Tradicionalmente los reyes de la comida a domicilio han sido las pizzerías o los restaurantes chinos, seguidos de cerca por los Kebabs, pero paulatinamente han ido apareciendo otro tipo de negocios, centrados sobre todo en la comida tradicional aunque ofrezcan alguna exquisitez para no aburrir a la clientela.  

Apuestan por la comida casera que hacen al día, sin conservantes ni colorantes, y que no te envían a casa, ni falta que les hace dadas las largas colas que se suelen montar a las horas punta cuando el personal se acuerda de que es la hora de comer. Sirven paellas de una variedad sorprendente, arroz al horno que no podía faltar, pasta y las humildes legumbres, el gazpacho manchego o una oferta variada de ensaladas, siempre sin omitir la valenciana. También se hace patria con la comida. Es una opción relativamente barata, aunque no se puede negar que menos accesible económicamente si se trata de alimentar a una familia, más o menos numerosa. Pero para personas solitarias o familias reducidas a la mínima expresión que, con o sin síndrome del nido vacío, han de comer todos los días, es una opción más que interesante. 

Y de esas hay muchas en Xàtiva, donde se calcula que en alrededor del 10% de las viviendas vive una persona sola, en la inmensa mayoría de los casos una mujer, que suele estar algo cansada de cocinar y poco motivada para hacerlo para ella sola. Desde la perspectiva de género, aquella que analiza la realidad desde el punto de vista de cómo afecta a las mujeres, ya hace mucho tiempo que se entendió que la diferencia entre la cocina de vanguardia y la cocina doméstica no está en su calidad, sino en su valoración social. Porque no es lo mismo alimentar cinco bocas que pían insatisfechas si la ración no es suficiente o no es de su gusto, sin que nadie tenga el más mínimo gesto de agradecimiento, que la «haute cuisine» aunque sea en formato familiar, reducido a la paella a leña que el cocinero aficionado cocina los domingos para toda la peña entre elogios complacientes.

Por eso, esta oferta culinaria viene muy bien a las mujeres que viviendo solas —que no es lo mismo que estar solas— o escasamente acompañadas pueden abdicar, si quieren, de sus tareas en la cocina y comprarse una ración de lo que les entra por los ojos para ser servidas y no al contrario que es lo que han conocido siempre. 

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