OPINIÓN | La ciudad de las damas

Es que somos idiotas las mujeres

"El alcalde que se lanza a esa promesa de 'pagar a las mujeres para que tengan más hijos' las convierte a ellas en una especie de vacas de cría, para las que la maternidad es un privilegio que se compra y se vende"

El alcalde de Llanera de Ranes, Vicente Lluch.

El alcalde de Llanera de Ranes, Vicente Lluch. / Levante-EMV

Mar Vicent

Mar Vicent

Pues no somos poco idiotas las mujeres teniendo hijos gratis con lo cuestan de parir y de criar. Es que debemos ser todas un poco lerdas y pudiendo hacer negocio con el inmenso privilegio de la maternidad , lo regalamos y venimos trayendo criaturas al mundo desde que el mundo es mundo, no sólo sin pedir nada a cambio sino haciéndonos cargo casi en exclusiva de su supervivencia y crianza. Es justo decir que en esta tarea cada vez estamos más acompañadas por parejas responsables, aunque las tareas de cuidado deberían ser una preocupación y una obligación de toda la sociedad y hoy por hoy, no lo son.

Nos han dado luz las palabras del alcalde de una localidad cercana que no se lo ha pensado dos veces para argumentar una muy discutible decisión, suya y del resto de partidos gobernantes, del Ayuntamiento que preside.

Cuando los pueblos son pequeñitos y hay pocos escolares, que por otra parte son la garantía de futuro, se suelen agrupar en colegios especialmente pensados para atender a esa diversidad de edades y niveles, garantizando así, como a cualquiera,  su derecho a una educación de calidad.

Eso es el CRA de La Costereta que atiende actualmente a 116 criaturas con un claustro de 16 docentes y un Equipo de integración. De él forman parte las localidades de Llanera, Torrella, Cerdà y La Granja que gracias al apoyo mutuo tienen una oferta y servicios educativos de calidad. 

Sin embargo, ahora este recurso peligra por la decisión unilateral del alcalde de Llanera que, aportando un poco más de la mitad del alumnado, se lo quiere montar por su cuenta, a pesar de que tiene más bien difícil hacer realidad esa demanda con la Generalitat valenciana, que no es conocida precisamente por sus fondos ilimitados y su rapidez en la promoción y gestión de nuevos proyectos educativos. 

Alega el Alcalde que le parece injusta y excesiva la aportación económica de su Ayuntamiento, asunto delicado y siempre discutible y denuncia las carencias existentes en materia de instalaciones y condiciones. Todo lo cual es admisible, discutible y mejorable aunque para algunos no justifique esa especie de OPA hostil que pone en peligro un proyecto que ya lleva vigente 40 años, estableciendo vínculos entre generaciones y fortaleciendo a poblaciones cuyo reducido numero de habitantes no debe ser causa de ningún tipo de discriminación. Sobre todo porque es una huida hacia adelante en solitario, pasando de conceptos al parecer tan irrelevantes como la solidaridad, a un “sálvese el que pueda” de libro, que elimina por goleada aquello de “la unión hace la fuerza” de toda la vida y que, ciertamente, es de eficacia demostrada.

Al recordarle los riesgos de su decisión porque quizás el índice de natalidad de su localidad no es suficiente para contrarrestar la aritmética de las cifras que no garantizan en absoluto un centro escolar en esa localidad, ni tampoco la permanencia de los recursos existentes en los restantes,  es cuando se lanza esa promesa inaudita y bastante penosa de “pagar a las mujeres para que tengan más hijos”. Así las convierte a ellas en una especie de vacas de cría, para las que la maternidad es un privilegio que se compra y se vende.  Es una afirmación que por gruesa que se tenga la piel, hiere gravemente la dignidad y el orgullo de las mujeres, que resulta humillante y grosera y demuestra la consideración o mejor dicho la absoluta falta de consideración y respeto de quien lo afirma, sin que sea justificable por el previsible calentón. Puestos a insultar, seguro que se pueden encontrar otras opciones. Déjennos en paz a las mujeres. 

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