Les veus secretes de Botifarra

"Es la magia de la escritura, del pensamiento libre, y los secretos escondidos a viva voz. Secretos que no quiso desvelar, simplemente porque son libres, el admirado y amigo Pep Gimeno «Botifarra» en el Principal de València la tarde del pasado domingo"

Botifarra, ante el nuevo centro polivalente de barxeta.

Botifarra, ante el nuevo centro polivalente de barxeta.

Vicent Soriano

Comenzaremos por el final. Es lo que tiene de ventaja el escribir artículos de opinión que te permiten todas las mezclas posibles en el lenguaje y en el orden. Lo que importa es el resultado final, siempre esperando que como los buenos vinos, el artículo mejore conforme se escribe y como se lee por parte de los amigos y conocidos, que aseguran te siguen en tus manías de rellenar negro sobre blanco. Siempre nos quedará el beneficio de la duda y la alegría de saber que todo es posible, y tanto lo ficticio como lo real, conforman un conjunto que hace despertar las emociones y los deseos. 

Es la magia de la escritura, del pensamiento libre, y los secretos escondidos a viva voz. Secretos que no quiso desvelar, simplemente porque son libres, el admirado y amigo Pep Gimeno «Botifarra» en el Principal de València la tarde del pasado domingo. Y son tan libres que el concierto terminó (después del himno en que se ha convertido ya la Malaguenya de Barxeta) en un grito unánime de «Mazón dimissió», cantado a coro sin director que marcase las pautas. Salió como salen las cosas que se hacen sin escribirlas, sin prepararlas, solo por el deseo de pedir justicia y que se marche de esta tierra el máximo responsable de los centenares de muertos arrastrados por las aguas. Centenares también, en este caso, de voces unidas a los que nadie obligó a entonar nada, sino que el grito salió del último anfiteatro al escenario, ante la mirada atónita de Botifarra, sus músicos, y las protagonistas de «Les veus secretes» que ponían el punto y final a la gira que ha recorrido todas las comarcas y que terminará en Ontinyent (como no!!!) ciudad de donde sale la impulsora de estos conciertos, vicepresidenta de la Diputación, que quiso tener también sus minutos de gloria, adelantándose al inicio del espectáculo con unas palabras de no sabemos si agradecimiento, solidaridad, esperanza de futuro, o «lo hago porque lo quiero y lo deseo». 

Pese a todo, la gente que llenaba el Principal tenía hambre de Botifarra, y aunque esta repite cuando se come con ansia, en este caso se digería sin Almax. Fue una noche llena de secretos sin descubrir, voces que hablaban de tiempos pasados, presentes, y los que quedan por venir. Botifarra sorprende cuando lo escuchas una, quince, o quinientas veces. Sorprende y alimenta la sensación de que esta tierra resurge de las cenizas como asegura la Malaguenya. Y además de eso están las mujeres, principales protagonistas como transmisoras y conservadoras de las canciones y tradiciones. 

Un patrimonio cultural incalculable, del cual conocimos un poco más la tarde-noche. Y de postre de esos que te sientan a las mil maravillas, el escenario se llenó de protagonistas: abuelas, madres e hijas de aquellas a quien nunca agradeceremos bastante ese trabajo se recuperación. Escuchar a las hijas y nietas de quienes lucharon contra el hambre de canción en canción popular, no tiene precio. 

Conservarlo al paso de los años todavía más enriquece la creencia de que nuestro tesoro está vivo, tremendamente vivo gracias a ella y a ese cómplice que guarda esos secretos de mujeres que le han confiado su legado inmortal. Tremendo Botifarra. Las emociones despiertan en esa noche de luna creciente donde las lagrimas reprimidas se juntaron con los gritos llenos de razón de «Mazón Dimissió». Había para eso y mucho más.

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