Un libro recuerda a Ricardo Bellver, el setabense que liberó París de los nazis

La Casa de la Cultura de Xàtiva ha acogido la presentación del libro “El Sargento Bellver, el setabense que liberó París”, de Carlos Arruñada

Roger Cerdà, Carlos Arruñada y Alfred Boluda

Roger Cerdà, Carlos Arruñada y Alfred Boluda / Levante-EMV

Salvador Catalá

Xàtiva

El pasado miércoles tuvo lugar en la Casa de la Cultura de Xàtiva, la presentación del libro “El Sargento Bellver, el setabense que liberó París”, de Carlos Arruñada. Obra que se verá acompañada hasta el próximo día 3 de mayo de una exposición documental y fotográfica, de las fuentes primarias utilizadas por el autor para reconstruir la biografía bélica de Ricardo Ángulo Bellver, el setabense de la Nueve, que participó en la liberación de París del yugo nazi, tras el desembarco de Normandía acaecido durante la Segunda Guerra Mundial.

Ricardo Ángulo nació circunstancialmente en Villena en el mes de septiembre de 1916. Sin poder aún establecer el investigador Arruñada la causa, sólo puede afirmar que Ricardo pasó toda su infancia en el Portal de Concentaina del barri de Sant Pere, junto a su familia toda natural de Xàtiva. Profesionalmente fue un obrero mecánico afiliado a la CNT. Tras el golpe de estado y el comienzo de la Guerra Civil, se incorporó al frente en noviembre de 1937. Se integró en la tercera sección de la Segunda Compañía de la 26 División Republicana creada a partir de la militarización de la indómita columna Durruti. Tras participar en numerosas batallas, tomó el camino del exilio, un 11 de febrero de 1939, un día antes de que se produjera el bombardeo de la estación de Xàtiva. El libro relata cómo pudo ser toda la odisea de los campos de refugiados en la frontera gala hasta que se alistó en el ejército francés.

Arruñada nos cuenta cómo acabó Ricardo incorporándose los Cuerpos Francos de África -CFA-, donde se enroló tergiversando sus señas de identidad. Se hizo llamar Ricardo Bellver, de Xàtiva, cuando en realidad, tendría que haber sido Ricardo Ángulo, de Villena. De aquel Cuerpo, nos cuenta el investigador, desertó al poco tiempo, para unirse a las Fuerzas de la Francia Libre -FFL- bajo el mando del general Charles De Gaulle. Permaneció en Argelia hasta mayo de 1944, momento en que se desplazó hasta Inglaterra, donde además de recibir instrucción militar, se dedicaron a divertirse, como puede verse en libro y la exposición fotográfica. El 14 de junio de 1944, Ricardo fue trasladado a la Novena Compañía del Tercer Batallón del Primer Regimiento de Marcha del Chad de las FFL, y que fue popularmente conocida como la Nueve, nombre en castellano, porque la mayoría de sus miembros eran españoles, donde según su biógrafo, Ricardo fue ascendido a sargento.

La Nueve estuvo formada por 360 soldados de 14 nacionalidades distintas, de las que la española fue la más numerosa. Participó en el Desembarco de Normandía, pero no en las primeras oleadas. El libro relata concienzudamente como llegaron a las playas normandas, y conquistaron la localidad de Ecouché tras cruentos combates, contra los soldados fanáticos de las SS. Aquello se convirtió en el bautismo de fuego, de muchos excombatientes republicanos en tierras galas, que se mostraron reacios a salir en las fotografías oficiales de la Novena Compañía, por miedo a las represalias que pudieran sufrir los familiares que habían quedado en la España de Franco.

Relata así el autor, todo el periplo de batallas, que les permitieron ir poco a poco abriéndose camino en dirección hacia la capital, como si de un documental bélico se tratara. La sección del sargento Bellver no pudo entrar el 24 como el resto de la Nueve, paro sí lo hizo el 25, no sin antes contribuir a barrer los últimos conatos de resistencia.

El 26 de agosto llegó el día de la liberación, con desfile victorioso por los campos Elísieos. Ricardo quedó inmortalizado para siempre ante la histórica foto en la que De Gaulle pasa revista a las tropas que han liberado la capital. Y ahí comienza la parte triste de aquellos senderos de gloria. Prosigue el avance hacia la desocupación de Francia, y en otro cuento episodio bélico, es herido de bala en el brazo derecho, lo que le produjo una parálisis vitalicia en una mano, que le llevó a ser condecorado con la Cruz de Guerra con estrella de bronce. Ya no pudo continuar hasta Berlín.

Tras la guerra, nunca volvió a Xàtiva, se reincorporó a la vida francesa donde casó y trabajo como mozo de almacén hasta el fin de sus días. De su hazaña sólo se ha percatado Carlos Arruñada, jovencísimo investigador apasionado de la Segunda Guerra Mundial, que sin ayuda alguna, y sólo con su dominio de las redes sociales y de los centros de documentación virtuales, está consiguiendo sacar del olvido, a muchos anónimos protagonistas de grandes efemérides históricas. Por ello, reivindica justamente, y sin caer en agravios comparativos, que las instituciones públicas reconozcan la labor de este soldado setabense olvidado, con algún tipo de alguna placa conmemorativa, como se ha hecho con tantas otras víctimas de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial en Xàtiva, o al igual que ha hecho el Ayuntamiento de París, rotulando calles y parques, en reconocimiento a todos los españoles de la Nueve que lucharon en Francia contra el yugo nazi.

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