Un goteo de abandonos y de retornos de órdenes religiosas a los conventos en los últimos años

Los ejemplos son muchos en la provincia de Valencia, aunque cada caso cuenta con sus condicionantes particulares.

Así ha recibido Bocairent a las diez monjas carmelitas descalzas que van a habitar el monasterio de la localidad

Sergio Gómez

Albaida

La dinámica es similar. Los ejemplos de salidas -o de retornos- de órdenes religiosas en diferentes localidades de la provincia de Valencia se han sucedido durante los últimos años. Los ejemplos son muchos, aunque cada caso cuenta con sus condicionantes particulares.

Así, en 2015, las religiosas de la comunidad de la Sagrada Familia de Burdeos abandonaron su convento en Buñol tras 120 años de estancia. En 2016, un año después, la congregación de las Salesianas del Sagrado Corazón pusieron fin a su estancia en la residencia de la tercera edad de Bocairent después de 50 años allí. En 2018, las monjas clarisas de Almassora dejaron el convento para trasladarse a Canals. Pero, a veces, ocurre a la inversa. Ese mismo año, ocho religiosas se instalaron en el convento de Agullent tras seis años deshabitado. 

En 2022, las Hijas de la Caridad, con presencia en Massanassa desde hace décadas, se marcharon del convento. En 2023, el seminario de Xàtiva se quedó sin monjas por la falta de relevo generacional, situación de tinte muy similar a la acaecida ahora en Albaida.

Y ese mismo año, nueve carmelitas descalzas llegaron a Bocairent para habitar el monasterio de la población de la Vall después de 20 años vacío. Es ley de vida. Todo evoluciona.

Ahora, las religiosas de San Vicente de Paúl abandonan Albaida tras casi 150 años:

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