El armario de la duda sigue abierto

"Que a estas alturas de la vida todavía nos toque decidir si optamos por un pantalón corto o uno largo en estos días donde la primavera se despide sin decir adiós, es que algo gordo está pasando o nos está obligando a una decisión tan difícil como complicada"

La Font del Lleó de Xàtiva.

La Font del Lleó de Xàtiva. / Perales Iborra

Vicent Soriano

Vicent Soriano

Xàtiva

Que a estas alturas de la vida todavía nos toque decidir si optamos por un pantalón corto o uno largo en estos días donde la primavera se despide sin decir adiós, es que algo gordo está pasando o nos está obligando a una decisión tan difícil como complicada. Parecerá una broma, pero es una realidad tan palpable, que la decisión acarrea reconocimiento de que estamos condenados a sufrir en nuestras carnes veranos achicharrados, sol que quema la calva y la punta de la nariz, y mareos por bajadas de tensión mientras mantenemos el armario abierto con la duda permanente de si acertaremos o provocaremos el desastre que nadie quiere vivir.

El cambio climático nos obliga a estos momentos de tensión y de miedo, cuando te amenazan desde la televisión que o te pones un velo que te oculte la cara y las partes sensibles del cuerpo, o te arriesgas a morir entre calenturas que solo podrás aliviar lanzándote de cabeza en la Bassa o calmando tu sed permanente en la Font del Lleó. Ah!!! , y ni se te ocurra organizar una excursión por el Portet o el Castillo Mayor, por esos lugares misteriosos y ocultos que sirven para el rodaje aficionado de un buen polvo entre murallas que huelen a fuego. Solo eso es posible para que se suba todavía más la temperatura, mientras los actores momentáneos enfocan bien enfocado el “selfie “ para que no se pierda detalle del “uffff, ahhhh, siii, másss”. Y como siempre habrá un final, todo termina buscando una sombra que alivie el momento de tensión.

Mientras tanto, el armario sigue abierto y los que viven en los despachos, siguen pensando que harán para aliviar ese bochorno con chicharras de fondo, que llenan la Albereda la semana de Fira, que desde 1250 sigue buscando una identidad que debe estar escondida, casi con toda seguridad , en la fortaleza que todo lo puede y todo lo guarda.

El otoño fue asesino y le cantan los coros personajes con nombres y apellidos, sinvergüenzas de mercado falso y traicionero, mentirosos de palabras y hechos que llevan sobre sus espaldas un número de muertos que nunca podrán olvidarse. Y ellos con la sonrisa inútil a los que les es lo mismo que decenas de miles de ciudadanos les escupan desde la distancia y con las lagrimas permanentemente en el rostro sigan sin entender porqué pasó lo que pasó. Parece que nada haya ocurrido y los muertos sean un precio menor a pagar por esos impresentables que siguen yendo tan campantes por las calles que huelen ya a verano, pero también a dolor inmenso que ensucia la convivencia.

Con una mano el pantalón corto y con la otra el que oculta las piernas para decidir, y al otro lado del río los cómplices de decisiones inexplicables. No hay razón ni momentos para la calma y el sosiego.

Hace unos años publiqué en estas mismas páginas una columna como “el convidat de hui”, con el pantalón corto como protagonista que nada tiene que ver con lo que ahora escribo, bueno, algo si tiene, y es el hecho de que en ambos escritos la prenda era la dueña y señora del espacio. El gran periodista Paco Cerdà, me lo recordaba cada vez que nos veíamos: “esa columna fue genial” decía Cerdà. Y es que no hay nada como la duda ante el futuro más inmediato de la existencia. Aquí estamos, con el armario abierto y el convencimiento de no saber que elegir. La rabia y el dolor luchan por salir del escondrijo de la miseria.

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