Entrevista
Begoña Ibarrola, psicóloga infantil: "Blindar a los hijos frente a las dificultades los hace débiles"
La experta en inteligencia emocional participa este viernes en el décimo aniversario del programa RETO en Alfarrasí: "Desarrollar competencias emocionales prepara al alumnado para la vida. Hemos avanzado, pero las emociones siguen siendo una asignatura pendiente en las aulas"

La psicóloga Begoña Ibarrola, en una imagen de 2019 en València. / Miguel Ángel Montesinos

La celebración del décimo aniversario del programa Reto, que promueve la educación emocional en los colegios valencianos, tendrá este viernes una invitada de excepción en el CEIP Doctor Borràs de Alfarrasí, un centro que en los últimos tres años se ha consolidado como un referente en la enseñanza de la inteligencia emocional.
En un contexto en el que asuntos como el acoso escolar o el aumento de los suicidios en niños y adolescentes están en el centro del debate, la conferencia que impartirá en la Casa de la Cultura Begoña Ibarrola (Bilbao, 1954), reconocida psicóloga, investigadora, formadora y autora de numerosos libros de literatura infantil y juvenil afincada en Madrid, aportará claves sobre la importancia de las emociones en el entorno escolar, mediante el abordaje de interrogantes fundamentales sobre cómo gestionar y canalizar las emociones en los niños y adolescentes para prevenir problemas futuros.
¿Qué le llevó a aceptar la invitación a esta jornada en Alfarrasí?
Mi compromiso con la educación emocional viene de lejos, ya que llevo impartiendo formación al profesorado y a las familias sobre este tema más de 25 años. El programa Reto es una iniciativa ya consolidada que aporta unas herramientas muy útiles para mejorar el bienestar emocional de toda la comunidad educativa y yo siempre voy a apoyar este tipo de proyectos tan valiosos.
¿Cómo se pueden generar aulas emocionalmente saludables y cuál es la importancia de tratar la inteligencia emocional?
Para hablar de aulas emocionalmente saludables primero tenemos que valorar la salud y el bienestar emocional, tanto de alumnos como de profesores. Si reconocemos su influencia en el aprendizaje, la convivencia y el desarrollo personal, no cabe duda de su importancia. Creo que el malestar emocional es un grave problema hoy en día. Desde la pandemia y por diversos motivos se ha instalado en muchas personas y entornos, uno de ellos, el aula. Por eso debemos hacer lo posible para impulsar el bienestar desde la práctica, desde lo que está en manos del docente, porque, evidentemente hay factores externos que no dependen de él y que el diseño de las políticas educativas debería tener en cuenta. Yo me centro en algunas prácticas que son factibles, al alcance de cualquier maestro, como por ejemplo, cuidar los espacios de aprendizaje, reflexionar sobre los tiempos de aprendizaje, sobre las emociones que ayudan a aprender y sobre todo cuidar el clima emocional del aula, uno de los elementos clave para la mejora del aprendizaje y la convivencia. La inteligencia emocional es un factor muy importante, tanto para el que enseña como el que aprende, ya que el ofrece herramientas necesarias para comprender, expresar y regular sus emociones y las de los demás. Desarrollar competencias emocionales prepara al alumnado para la vida, con todos sus matices, ofreciéndole recursos para construir su propio bienestar.
¿Las emociones siguen siendo una asignatura pendiente en las familias y en los colegios? ¿Hemos avanzado algo?
Hemos avanzado, sí, pero aún no lo suficiente. Vemos a diario cómo la publicidad utiliza las emociones, vemos como cada vez más se habla de ellas en la familia y en el aula, vemos que están representadas en emoticonos, como complemento importante de comunicación, pero aún hay personas que creen que unas son buenas y otras son malas, que unas se deben expresar y otras no; todavía hay adultos que no dan ejemplo de gestión emocional ni de empatía. Sigue siendo una asignatura pendiente, aunque la familia es la primera escuela de educación emocional y suele buscar información sobre el desarrollo emocional de sus hijos. Buscan cuentos que hablen de emociones, que les den pautas para educar mejor.
Queremos que los niños siempre estén felices, ¿por qué es importante también ayudar a gestionar sentimientos como la tristeza o el miedo?
Es imposible que los niños siempre estén felices, ni siquiera que siempre estén contentos, y hay que destacar que felicidad y alegría no es lo mismo. Nacemos con seis emociones básicas que ya expresamos dentro del útero: alegría, tristeza, miedo, enfado, sorpresa y asco. Esto significa que cada una tiene funciones importantes y diferentes, son adaptativas, nos ayudan de muchas formas y, por lo tanto, no son buenas o malas, sino que unas nos ayudan a sentirnos bien, y otras no. Como adultos, debemos enseñar a los más pequeños a aceptarlas, comprenderlas y a saberlas expresar de forma adecuada, sin reprimir su expresión.
En su último libro, "Los Sueños De Ilán", afronta un tema espinoso como es la muerte. ¿Cómo surge este proyecto?
Se habla poco de la muerte, y menos a los niños. Es importante comprender que todo lo que tiene vida puede morir, desde una planta, un animal o una persona. El problema es que la sociedad le quiere dar la espalda y eso es imposible. "Los sueños de Ilán" surge de mi colaboración con la ONG Coloria que pretende empoderar a los más pequeños y desarrollar su creatividad, ofreciéndoles cuentos sin final para que los terminen. Al escribir este cuento utilicé la metáfora como un recurso potente que puede ayudar al lector a meterse en la piel de Ilán y comprender sus emociones. En estos momentos se está utilizando en las unidades de cuidados paliativos pediatricos de algunos hospitales y con los hermanos de los niños que están en ellas. Creo que es un buen recurso para tocar el tema de la muerte y también en la gestión del duelo. Y por cierto, no es solo para niños...
- ¿Estamos sabiendo gestionar la frustración en la infancia?
Según mi opinión, hay un problema importante que es la baja tolerancia a la frustración o, lo que es igual, la poca capacidad de los menores para aceptar que todo no lo pueden conseguir cuando quieren, donde quieren y de la forma que quieren. Y precisamente dentro de la educación emocional existe una competencia que se llama regulación emocional en la que se trabaja esto. Desde pequeños deben aceptar el "no", los límites, las normas, que, por supuesto, junto al amor, también educan. El problema es que muchos padres quieren quitar a sus hijos las piedras del camino en vez de enseñarles a sortearlas. Blindar a los hijos frente a las dificultades los hace débiles y más propensos a reaccionar de forma equivocada cuando aparece la frustración.
¿Cuál es el mayor regalo que se le puede hacer a un hijo?
El mayor regalo que se puede hacer a un hijo es amarlo de forma incondicional, darle el tiempo que necesita, y no sólo de calidad, y ayudarle a que se sienta orgulloso de ser cómo es, con sus talentos y limitaciones, como todo ser humano.
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