R. Ventura Melià, Valencia

-¿Cómo fue que llegó a estar metida entre artistas como Stella, Rauschenberg y otros?

-El problema es que en un principio yo era artista, he dibujado siempre, y pintado. En los años 60 entraba en el taller de los mejores y me dije "deja de pintar" y me daba cuenta que Frank Stella era el mejor de su generación. Cuando me casé con él decidí que podía continuar como historiadora, pero no como crítica. No era ético ni creíble si daba opiniones y hacía valoraciones de amigos.

-Y ¿cómo desarrolló el olfato para descubrir genios?

-Es intuición, como conocer a Rauschenberg cuando tenía sólo 16 años. Yo sabía que estaba en presencia de un genio. Luego lo ha demostrado de sobra y seguimos siendo íntimos amigos. Yo tengo intuición. No me he equivocado, estos artistas por los que no se interesaba nadie eran los más grandes. Es la energía de la innovación, se puede detectar en una persona a los 20 años, los 30 años o a los 80.

-¿Y en Estados Unidos de América qué ocurre ahora?

-En Estados Unidos pasamos una época de represión. Lo más interesante es el underground. En las galerías de arte sólo puedes ver a los artistas ya consagrados. En Estados Unidos se venden a precios exorbitantes los cuadros de los artistas ingleses, es una forma de provincianismo. En mi país ser artista es no tener dinero. Y te sientes desconsolada. Es un mundo en el que el dinero lo es todo. Creen que con el dinero se compra todo.

-¿Es una época de crisis de valores y de la sociedad?

-Sí, todo está relacionado con la sociedad. Yo provenía de Washington, donde estudié, y me trasladé a Nueva York, en los 60 y 70. Nueva York era el centro de la creación plástica en los 50, era un centro para los artistas. Entonces me compré un loft. Hoy no hay quien pueda. Hay pocos artistas que tengan taller en Manhattan. Los artistas viven en el campo. Y están muy aislados. Antes sí que se comunicaban unos con otros. Sólo viven en Manhattan los que se dedican a la bolsa o los que trafican con arte. O los hijos de papá que pretenden dedicarse al arte.

-¿Y cómo fue lo de irse e instalarse en Italia?

-He vivido en París, luego en Italia, exactamente, en Roma. Hay muchos artistas italianos de gran nivel, pero Italia es un país trágico. Tuvieron un dictador equivocado. Veo ahora a mis amigos sufriendo. Todo es una mafia del dinero, del interés. No tienen exposiciones...

-¿Y qué pasó con Stella?

-Él es un gran artista, pero era en realidad como un siciliano, creo que pensaba que yo debía ser como su madre, una madre de sus hijos.

-¿Y entonces de rebote surgió España ?

-La gente me lo pregunta, prefiero vivir en un país que al menos la mitad de la gente te dice la verdad. Es un buen momento para España. Hay una especie de equilibrio, es el país donde es más dinámico todo.

-¿Y sus libros de qué van?

-Lo que me trajo a España desde la primera vez fueron los museos y los grandes maestros de la pintura. Jamás he escrito sobre los artistas contemporáneos. Vine para hacer la tesis doctoral, la primera vez y pasé unos años en Pamplona. Le juro que no corrí delante de los toros.