El 14 de diciembre de 1979 se publicaba en el Reino Unido London Calling, el tercer álbum de The Clash. En Estados Unidos no lo haría hasta enero de 1980, lo que al cierre de la década permitiría a Rolling Stone clasificar este doble LP como el mejor disco de los 80. Treinta años después, pocos dudan de la enorme influencia que ha tenido en la historia del rock.

Los Clash encarnaban el activismo y la militancia en oposición al nihilismo de los Sex Pistols. La rabia ante el no future se traducía en posiciones diferentes dentro del punk.

Además de la actitud, de London Calling llamaba la atención su variedad de sonido. Además de punk-rock tenía rockabilly (Hateful), pop discotequero (Lost in the supermarket), ska (Wrong 'em Boyo) y reggae (Revolution Rock, The Guns of Brixton), un estilo que por aquella época probaba también con éxito el trío The Police.

En la cubierta, una imagen impactante que su autora, la fotógrafa Pennie Smith, quiso descartar por desenfocada: en ella aparece el bajista de los Clash, Paul Simonon, a punto de estampar su Fender Precision contra el suelo del Palladium de Nueva York, el 21 de septiembre de 1979. Joe Strummer convenció a Smith de que aquella debía ser la imagen de portada, y décadas más tarde la revista Q la designó como la mejor de la historia del rock, al retratar "un momento de total descontrol". Tanto que Simonon se arrepintió de haber destrozado aquel bajo: "Si hubiera sido inteligente habría roto el de repuesto, porque no era tan bueno como el que destrocé". Hoy el instrumento, con el mástil roto, se expone en el Museo del Salón de la Fama del Rock and Roll, en Cleveland, Estados Unidos.

El emblema de aquel doble álbum con 19 cortes vendido a precio de sencillo era el tema de apertura, London Calling, parcialmente inspirado por el accidente nuclear de Three Mile Island, ocurrido en marzo de aquel año. El estribillo parece premonitorio, por aquello del camblio climático: "La edad del hielo se acerca, el sol se hace más fuerte. Se aguarda un colapso y el trigo crece más fino. Es un error nuclear, pero no tengo miedo porque Londres se ahoga y yo vivo junto al río".

Lo más parecido a un hit comercial eran los temas Lost in the supermarket y Train in vain, y lo más interesante para los españoles estaba en Spanish Bombs, una canción inspirada en la Guerra Civil y que hacía mención a Federico García Lorca, a la Guardia Civil y a la Costa Brava, además de incluir un estribillo en castellano macarrónico: "Yot'quierroyfinito, yo te querda, oh ma côrazon" (sic).

Muchas de las canciones se grabaron con una o dos tomas a las órdenes del productor Guy Stevens, un tipo con problemas de alcohol y drogas -murió dos años después, a la edad de 38, por una sobredosis de medicamentos- que solía arrojar sillas y escaleras de mano en el estudio para crear tensión.

La influencia del doble álbum, que vendió dos millones de copias y que ahora se reedita con extras, fue notable en el rock, aunque los 80, paradójicamente, se caracterizasen por el pop de sintetizadores, la moda y el videoclip. Uno de los grupos que ha invocado el influjo del grupo de Strummer y Jones fue U2. Bono ha dicho que el mejor concierto al que asistió en su vida fue el de los Clash en Dublin en 1977: "Fue como si llegase el Ejército Rojo, en una fría noche de octubre, para imponer una nueva revolución cultural, el punk-rock. Botas militares y olor a azufre", declaró al diario The Guardian. "The Clash fueron la más grande banda de rock, escribieron las reglas para U2", añadió Bono a la muerte de Joe Strummer, en 2002.

Más cerca, Julián Hernández clama que "por favor, nos liberen de London Calling". El líder de Siniestro Total considera que la influencia de este álbum supone todavía una pesada losa: "Nos ha hecho mucho daño en la medida en que es el mejor disco posible en 1979. No hay que infravalorarlo pero tampoco sobrevalorarlo, cosa difícil con un disco como este, que cambió la historia de la Humanidad".

Hernández explica esta aparente contradicción: "London Calling es el gran disco, como el Sgt. Pepper's en los 60. Conozco a Mick Jones, toqué con él y con Strummer, y después de este disco se creyeron omnipotentes -asegura-. Me encanta Sandinista!, pero hubiera tirado dos (de sus tres) elepés a la basura. Ese disco dio la razón a Manu Chao para que se pusiera un sombrero de peruano". Pese a que fusilaron la portada de London Calling en su single Sexo chungo, para los gallegos fueron más influyentes los Dead Kennedys, o eso afirma Julián: "Por letras y por montaje, los Dead Kennedys eran infinitamente mejores. Los Clash fueron un gran negocio de CBS, ahora Sony. Mick Jones decía que el cretino de Paul Simonon estaba en la banda porque era guapo. No sabía tocar, era Jones el que componía las líneas de bajo. Sin embargo, los Dead Kennedys tuvieron claro que nunca se venderían".

El propio líder de los Dead Kennedys en aquella época, Jello Biafra, coincide con Julián Hernández al ser preguntado por London Calling. Sostiene que en América se disimuló su lado político y metieron a los Clash en el star-system.

"Los vendían como héroes del rock, justo contra lo que nos rebelábamos en 1977", argumenta Jello Biafra. "En cierto modo se convirtieron en un modelo de qué no hacer en caso de éxito. Strummer dijo que la razón por la que Sandinista! era un disco triple era porque 'la competencia' había sacado un doble. La competencia a la que se refería era Bruce Springsteen."