?

Desde que en octubre de 2006 encarnara Leonora (Fidelio) en la triunfal inauguración del Palau de les Arts como teatro de ópera, Waltraud Meier (Würzbug, 1956), una de las cantantes más importantes del último cuarto del siglo pasado y lo que llevamos del actual, esta es la cuarta vez que regresa a Valencia, pero siempre al Palau de la Música, tres de ellas a la Iturbi junto a la Orquestra de València y con su amigo Yaron Traub a la batuta.

Mañana participará como Kundry en una versión concertante del segundo acto de Parsifal. Meier participó por primera vez en una producción de esta ópera, como Ortrud, hace treinta y dos años: "En mi opinión, Parsifal, no es una ópera religiosa. En todo caso, que Wagner refleja en ella las influencias que en la última parte de su vida hizo sobre la cultura budista y del Extremo Oriente en general. De lo que trata es de la necesidad de superar todas las pasiones que nos hacen infelices".

Encuentro con "Kundry"

Kundry, el principal personaje femenino, llegó cuatro años más tarde: "La primera vez no tenía ni idea de lo que llevaba entre manos. Por suerte, pronto intervine en una producción de Jean-Pierre Ponnelle, y poco después en otra de Götz Friedrich, y luego ha habido otros que me han ayudado a pulir mi visión de Kundry. Pero lo más importantes han sido los que, como los dos que he mencionado, han sabido ir más allá de la superficie".

En cuanto a directores de orquesta, menciona a Levine, Muti, Barenboim y, ahora, Traub: "Es admirable lo bien preparado que me ha demostrado estar, por ejemplo en los ensayos con piano (tocando él mismo, no un repetidor) que hemos hecho".

Sin embargo, no se atreve a hacer ningún pronóstico sobre el resultado: "Los ensayos no te dicen cómo van a ser las cosas, si finalmente, el día de la función o, en este caso, el concierto se verán cumplidos los propósitos de lógica y veracidad propuestos".

De lo que sí puede hablar es del Tristán de hace tres años en la misma sala y con el mismo acompañamiento: "Isolda, en el segundo acto especialmente me fuerza a estar constantemente en el límite superior de mi tesitura. En el segundo de Parsifal, la máxima dificultad se produce al final, donde la presión dramática es tan grande, que me cuesta un gran trabajo controlar mis emociones".

En los cuatro años de contacto con el público valenciano, Waltraud Meier confiesa haber cambiado, sobre todo en lo personal: "Siento menos ansiedad por el futuro, me interesa más el presente, que es cuando podemos controlar el futuro a partir de la comprensión del pasado. Mi ideal es irme a la cama cada día con la consciencia de que he hecho mi trabajo tan bien como hoy me era posible hacerlo".

Más actriz que cantante

En lo vocal, en cambio, las novedades de la cantante se han limitado a la incorporación de una Klitemnestra (en Elektra, de Richard Strauss) para Salzburgo el próximo verano. De hecho, se muestra más interesada en hacer las mismas cosas con más profundidad o ampliando los medios de comunicación. Por ejemplo, cita el proyecto que para el próximo noviembre tiene con el director de escena Patrice Chereau en el Louvre donde cantará los Wesendonck Lieder (Wagner) en una versión escenificada.

Esto no significará un apartamiento de los escenarios convencionales: "La ópera y los conciertos me siguen interesando, por supuesto, pero cada vez siento más fuerte la necesidad de combinar el canto con la comunicación hablada, de ser no sólo cantante sino también actriz".