Ensenble Art´s XXI

palau de la música

Obras de De Pablo, Rappoport, Bach/Schumann, Llompart, Busto, Luna y Gauchat. 8 de junio.

Para la séptima edición del concierto de compositores noveles organizado por Hui Hui Música, sexto en que adopta la modalidad de concurso, el jurado seleccionó sendas obras de cinco jóvenes autores, por primera vez ninguno de ellos valenciano y tres argentinos. No se vea en ello ninguna tendencia o intención, pues las partituras se examinan bajo anonimato.

En el año de su octogésimo aniversario, ambas partes comenzaron con obras de Luis de Pablo. La Sonata op. 3, fechada en los años cincuenta, se adhiere a un serialismo todavía sugerente. Ahí y en Cetra, de época mucho más reciente, brilló el pianista Francisco Escoda. Por estar bien, él y el violonchelista José Enrique Bouché casi salvaron la Tercera sonata para violonchelo solo de Bach en un arreglo de Robert Schumann (de cuyo nacimiento se cumplían exactamente doscientos años) con mucho mayor valor documental que intrínseco.

En el resto del programa, los concursantes compartieron el interés dominante por la componente tímbrica. Máximo partido en ese sentido sacó a los medios más escasos el malagueño Oliver Rappaport en Catarsis, página para clarinete bajo solo que dio a Luis Fernández ocasión para una auténtica exhibición de impecable virtuosismo. Comparativamente ocuparon el polo más alejado los Dos interludios de Demián Luna, también muy bien defendidos por Escoda.

Las otras tres obras coincidieron además en la distribución para clarinete, violonchelo y piano. El hecho de que Carlos Amat empuñara la batuta ante ellos se explicó desde la organización por la conveniencia de liberar a los músicos de la preocupación por la concertación. Probó la eficacia del recurso la impresión de fluidez que dejaron las respectivas interpretaciones de Venusinas, donde Facundo Nicolás Llompart se remite con honda sensibilidad a las míticas inventoras del tango; Memorias del silencio, inteligente juego del gaditano Enrique Busto con el sonido y su ausencia, y La perorata, de María Misael Gauchat, muy imaginativa más allá de los llamativos efectos del piano preparado.

Difícil, muy difícil veredicto.