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Tras la revuelta del doblaje, al Consell se le abre un nuevo frente en el flanco de la cultura. El mundo del libro presentó ayer sus armas dispuesto a, si hay que morir, hacerlo unido y con la palabra en la boca. Bibliotecarios, editores, libreros, ilustradores, distribuidores y escritores -amalgamados en el Fòrum Valencià del Llibre- presentaron ayer un manifiesto en el que exponen su "preocupación", "profundo malestar" e "indignación" por los recortes de las ayudas a este sector, la ausencia de convocatoria de subvenciones este año (cuando está mediado ya junio) y el retraso en el cobro de las de 2009.

El resultado de este panorama incierto y difuso es que la Fira del Llibre de 2011, con 40 años de historia, "no está asegurada". El Consell debe aún 50.000 euros de la de 2009 a los organizadores. Y de la de este año -costó 300.000 euros- no saben aún qué ayuda tendrán, porque la convocatoria para solicitarla no ha sido publicada. Si tarda más de dos semanas, será ya "muy ajustado". Y si, como se ha anunciado, el recorte ronda el 50% con la de 2009 (80.000 euros), la Fira "no cubrirá gastos" y quedará en una situación financiera difícil, ya que sobre ella pende una inquietante póliza de crédito que vence en noviembre próximo, explicó Glòria Mañas, del Gremi de Llibrers.

La Associació d'Editors, por su parte, ha suspendido su programa de actividades (incluía un encuentro de editores o el foro del libro digital) ante el cariz de la situación. También ilustradores han congelado su calendario de actos.

Miguel Giménez, del Col·legi de Bibliotecaris, lamentó la pérdida de 9,5 millones para libros y el distanciamiento de la media estatal de documentos por habitante (1,25 en Valencia; 1,51 en España).