¿Cómo es posible que después siglo y medio todavía se ponga en duda las tesis de Darwin?

Es difícil saberlo. En EE UU casi la mitad de las personas todavía creen que Darwin está equivocado; es síntoma de poca cultura intelectual. Los españolesandan por el 30 por ciento, y en Europa este promedio es aún más alto.

Y luego está la Iglesia.

La discrepancia fundamental que plantean es que existe un elemento diferencial, el espíritu, que explica la distinción entre las especies... pero esto se escapa del análisis científico.

Sigo sin entender que se niegue la selección natural.

Tenemos miedo. Fuerzas conservadoras luchan contra las tesis de Darwin. Decir que no somos tan distintos asusta. Hace unos pocos meses di una charla sobre la evolución en una Fundación andaluza un tanto aristócrata. Una señora me paró al final: «Yo pensaba que iba a hablar sólo de monos».

¿Darwin es el científico más importante del presente?

Fundamentalmente, lo que hizo fueron dos cosas: explicar las relaciones de parentesco entre todos los seres vivos a través de la evolución, eso que se llama Árbol de la Vida: una semilla original para todas las ramas de la vida. Y la otra fue decir que el progreso de las especies viene a través de la selección natural. Por medio de estos presupuestos se abrió un nuevo paradigma científico que explica la Biología. Nada existe si no es dentro de la Biología. Teniendo esto en cuenta, Darwin es el científico más importante del momento.

Craig Venter ha creado vida en un laboratorio.

Es un primer paso, pero todavía estamos lejos de afirmar que se ha creado vida de forma artificial. Se han logrado algunos aminoácidos, alguna cadena del ácido nucleico... parece mentira que no se haya avanzado nada más.

¿Por qué lo dice?

Si pensamos que la vida se ha originado de forma natural en la Tierra, sería lógico afirmar que tendríamos que ser capaces de reproducirla en el laboratorio.

¿Este retraso está motivado por los remilgos de los científicos?

No sé suficiente de este asunto, pero es cierto que Darwin, que era un hombre conservador, tardó decenios en dar a conocer la teoría de la selección natural porque era muy transgresora. Patentar vida artificial es una promesa de éxito económico seguro. ¿Remilgos? Si no lo hago yo, lo hará otro.

Los responsables del Desastre Bhopal, que afectó a más de medio millón de personas, sólo tienen que pagar 9.000 euros de multa.

El mundo es ancho y ajeno. No hace demasiado publiqué una columna en la prensa en la que decía que a Guardiola le han puesto una multa de 15.000 euros por decir que un árbitro y su auxiliar habían mentido. Frente a esto, la muerte de miles de personas se salda con 9.000 euros.

Y, además, el golfo de México está anegado por petróleo.

El problema no está en la seguridad de las instalaciones industriales, el problema es la necesidad creada de tener el golfo invadido de plataformas petrolíferas. De acuerdo que hay que procurar que el riesgo sea mínimo. Cuando lo de Aznalcóllar los ecologistas habían avisado: podía pasar... –es verdad que avisan de cien cosas posibles–, pero ésta salió. No se deben tomar medidas por que pueda, o no, ocurrir. Esto, por ejemplo, explica el problema de las nucleares. Es una cuestión de dinero. Igual no son rentables acorazadas ante las posibles crisis.

El mundo es cosa de todos.

Debería serlo. Vamos a hablar del CO2. Resulta que no todas las naciones lanzan a la atmósfera las mismas cantidades de este gas, pero resulta que todos sufren el mismo calentamiento global. Sería deseable una autoridad mundial en asuntos medioambientales. Las Naciones Unidas bien podría ejercerla. Parecía que íbamos hacia ella, pero después de la cumbre de Dinamarca la cosa ha ido por otros derroteros: el único acuerdo es que Estados Unidos y China han dejado de lado a las Naciones Unidas.

¿Qué le parece que políticos de relumbrón se lancen al ruedo de la divulgación científica?

Eso me lo tenía que decir usted. ¿Qué es mejor? No lo sé. Quizá nosotros, los profesionales, deberíamos resolver problemas de comunicación, enviar un mensaje más claro, más emocional que racional.

¿Ha pesado ser hijo de Miguel Delibes?

Se nota en la infancia. Cuando eres joven, también, porque no tienes muy claro si lo que consigues lo haces por tus propios méritos o por ser hijo de. No hace mucho sus nietos discutían sobre este asunto: ¿Es bueno o malo ser nieto de Miguel Delibes? Los hay que decían que era bueno porque podían decir a los profesores que no habían estudiado porque les había llamado el abuelo, una excusa perfecta. Los más serios, sin embargo, notaban el peso del nombre. Un par ahora son periodistas. Quizás nosotros, los hijos, que de una u otra manera, escribimos no lo hacemos con la frecuencia que quisiéramos porque tenemos muy presente a Delibes.