Con nocturnidad y alevosía. Así ha liquidado Teatres de la Generalitat (TG), a cuyo frente se encuentra Inmaculada Gil Lázaro, veintisiete años de historia del festival Sagunt a Escena. El certamen pasa ahora a denominarse Festival d'Estiu de Teatres y se esconde bajo un ecléctico contenido que definen como Nuevos Lenguajes Escénicos. Si el último año el nombre de Sagunt a Escena se había mantenido como marca secundaria, aunque escondido, la nueva edición ya asume la total desaparición de la denominación.

Sin embargo, todos estos cambios, tanto de forma como de fondo y de los que ayer tenía constancia un Consejo Rector que demuestra continuar al margen, no eran razonados ni explicados por los responsables de la Generalitat Valenciana, quienes despachaban el asunto con una simple nota de prensa, una sucesión de nombres y un titular: "El festival d'Estiu se reinventa".

Bien es cierto que Sagunt a Escena, desde hace años, se había convertido en un sucedáneo de festival sin perfil claro ni coherencia en su programación. No sólo estaba muy alejado de las apuestas clásicas de otros festivales que se celebran en España , como Mérida o el Grec, sino incluso como certamen de personalidad propia.

Ahora, Teatres se descuelga con la idea de las nuevas tendencias-la oferta clásica queda como algo residual- y también con una programación en la que todo cabe y todo vale. Sin entrar a valorar la calidad de las compañías o de los artistas incluidos, lo único que parece demostrar este nuevo festival es la ausencia de una línea argumental y también la tendencia a complacer firmas habituales.

Pero al margen de cuestiones relacionadas con la programación en sí del festival, hay otro detalle que llama la atención y es la ausencia de cualquier tipo de actividad en La Nau de Sagunt, el único de los proyectos de aquella idílica Ciudad del Teatro que llegó a concluirse. No hay ningún acto programado en la Nau. Durante todo el año, la Nau ha estado inutilizada.

Este hecho, no tendría importancia a no ser porque en su rehabilitación se gastaron más de 30 millones de euros. La Fundación de las Artes Escénicas que la gestionaba ha sido disuelta recientemente por la Generalitat dentro de su plan de ajuste económico y austeridad. Arrastraba unas deudas de 25 millones de euros en créditos que no estarán finiquitados hasta 2019.