La Biblioteca Valenciana cuenta con un fondo de más de 400.000 fotografías. La última aportación, recibida hace sólo unos días, enriquece esta colección con más de 400 placas de vidrio con estampas paisajísticas de numerosos enclaves de municipios de Valencia y escenas de vida cotidiana de estos lugares. Etnología en blanco y negro.

Es el legado de José Roglá Alarte y su hijo Francisco Roglá López, dos burgueses valencianos de finales del siglo XIX y principios del XX con dos grandes aficiones: la música y la fotografía, en la que -algunas imágenes lo demuestran- depositaban también afanes artísticos.

Un desfile fúnebre por la calle de Sant Vicent en las primeras décadas del siglo XX aparece entre las pequeñas cajas que conservan las placas. Podría ser el entierro de Joaquín Sorolla, apunta Gloria Roglá, quien se ha encargado de inventariar el material antes de entregarlo a la Generalitat, pero habría que estudiarlo.

Sacada de los pinceles del famoso artista parece la placa que muestra a dos bueyes arrastrando a una barca fuera del mar en la playa de la Malva-rosa.

La familia aparece en muchas imágenes, como las de Cullera, con la playa de principios de siglo. O una de las calles principales de lo que aparenta aún un pueblo -hoy está repleta de apartamentos-, donde los hermanos Roglá beben de una fuente, bajo la montaña y el castillo.

La procesión del Corpus de Valencia, calles de antes adornadas con fallas, el traslado de la Virgen en la ciudad del cambio del siglo XIX al XX son otras escenas tradicionales que documenta esta colección.

La Albufera -tal vez es en este grupo de fotografías donde brillan más las posibilidades artísticas de José y Francisco Roglá-, las calles de Ayora (de donde procedía la familia), el Perelló o Paterna son otros rincones que transitan por un legado que los descendientes han querido donar antes de que pudiera dispersarse o deteriorarse. A la Biblioteca Valenciana le corresponde ahora digitalizarlo y difundirlo.