Una comedia escrita por Woody Allen ha dado lugar a la obra que desde ayer, y hasta el 12 de octubre, se representa en el Olympia con el título de Tócala otra vez, Sam, frase que se atribuye generalmente a la película Casablanca, pero que no se menciona en ella, sino en otra de los Hermanos Marx: Una noche en Casablanca. Sin embargo, el tema de la comedia gira en torno al personaje de Bogart, al que el protagonista intenta remedar en la vida real tras haberse divorciado de su mujer, y en la que una pareja amiga intenta de cualquier modo buscarle la compañera adecuada, y que el propio Allen interpretó en 1972, bajo su propio guión, con el nombre de Sueños de un seductor.

Los protagonistas de esta versión teatral, María Barranco y Luís Merlo, más la directora de la misma, la catalana Tamzin Townsend, hablaban ayer sobre las excelencias de esta función, que trata la problemática de la pareja mayor de 40 años, Merlo confesó tener 44, y del desastre emocional que esa relación conlleva, bajo el punto de vista de Allen, neurótico, deformado y patético. "Pero el público sale feliz de ver esta función, se divierte, y no hay mayor satisfacción para un actor que arrancar la sonrisa, especialmente en estos tiempos que corren. Vale la pena esta obra, porque se sale mejor que se ha entrado".

El actor, que se siente feliz por trabajar en Valencia, la tierra de su abuelo y de su madre, "y por estas calles transcurrió mi niñez", insistió en que "Allen deforma la realidad como hacía Valle Inclán, que si hubiera sido americano sería Allen, un tirano del humor, corrosivo y que deforma temas tan personales como el amor, la muerte, la fe y la relación de pareja".

Sobre su escasa incidencia en el cine, Merlo confesó: "Ignoro al cine y el cine me ignora a mí. Mi pasión ha sido siempre el teatro, pese a lo cual no puedo negar que la mayor popularidad me la ha dado la televisión. Cualquier capítulo de la serie tiene una audiencia de cinco millones de espectadores, que en toda una vida no se consiguen en el teatro. Ferrandis me dijo que nadie me recordaría como Calígula, pero lo harían con personajes como Chanquete. Y así ha sido".

María Barranco, al contrario, ha basado su carrera en el cine, pero en la actualidad se dedica al teatro casi por completo. "En el cine, cuando pasas de los cuarenta, ya es difícil que te ocurra algo, mientras que en el teatro es entonces cuando te encuentras los mejores papeles y personajes".