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Pa negre lleva camino de convertirse en una de esas películas que sin llevarse ningún premio grande en el festival por el que pasan (San Sebastián) son las triunfadoras reales por la repercusión que obtienen. El filme lleva la firma de uno de los iconos del cine de autor en España, Agustí Villaronga (El mar, El niño de la luna, Tras el cristal), que en esta ocasión pactó con los productores abrirse a más público sin renunciar (demasiado) a su estilo. "La película respira Villaronga por todos los poros", afirmaba ayer la productora, Isona Passola, que se mostraba satisfecha de las cifras tras el primer fin de semana de exhibición.

No es casual que ella y el director estuvieran ayer en Valencia para promocionar el filme: el último del autor mallorquín recaudó más en esta ciudad que en Barcelona.

Si algo atrae de este Pa negre de Villaronga -no es una traslación a la pantalla de la novela homónima de Emili Teixidor- es la complejidad de sus personajes, lejanos de todo maniqueísmo pese a situarse en una época (la posguerra española; la historia se sitúa en el miserable ambiente de la Cataluña rural -casi medieval- de 1944) tan proclive a este tratamiento. "El acierto, creo, es no haber hecho un héroe blanco", explicaba ayer el director y guionista, que se quitaba méritos de ello, no obstante. "Fue de rebote y ha ayudado a hacer una película distinta [al libro], no por negra, sino por complejidad". El rebote llegó al introducir en la trama elementos de otros relatos de Teixidor.

"La película coge la maldad de los buenos y la bondad de los malos", abundó Passola.

Hay elementos en el filme que hacen recordar El laberinto del fauno. El propio Villaronga verbalizaba ayer ese paralelismo: ambos filmes, dijo, usan la Guerra Civil como género. "No es un análisis político o social, sino que la posguerra es un telón de fondo para hablar de otras cosas". En este caso, "el camino interior de unos personajes que se traicionan para sobrevivir en medio de un caos ideológico y visceral", razonó el realizador.

"Tenía miedo de que fuera una película más de la Guerra Civil, pero el resultado no es ese", señaló.

Sin ser muy distinta, el director de Pa negre admite que ésta es diferente a lo que había hecho hasta ahora no por ser "más blandengue", sino porque los personajes permiten la identificación con el espectador. "Mis personajes suelen ser enfermos, torturados, y esta película toca cosas muy simples, que las podemos entender".

La promoción es también un factor importante para salir del "circuito de adictos" y abrirse al público. Y eso es cuestión de dinero. Pa negre lo ha tenido. Con cuatro millones de presupuesto, se puede considerar un filme caro. La apuesta de las instituciones por el proyecto ha facilitado la financiación para rodar durante nueve semanas y tras una buena temporada de ensayos: TVE ha puesto un millón y entre la Generalitat de Cataluña y TV3 otro 1,2.

Ese apoyo "potente" ha sido también un factor para rodar en catalán (en Madrid se exhibe en versión original y "funciona, lo que rompe prejuicios", argumenta la productora). Aunque no el más importante, apostilla Villaronga, quien rehuye dogmatismos al respecto: "Hay películas que me molesta que estén en catalán, pero si hay una que se tenía que hacer en catalán era ésta". La vida en una masía en la Cataluña profunda del año 1944 no podría sonar en otro idioma, "sólo podía ser en catalán, nunca nos planteamos hacerla de otra manera".

Como tampoco podría entenderse sin una fotografía oscura. Y sin "humedad, suciedad y polvo", las máximas que dio a la dirección artística. Y siendo un producto Villaronga, sin lirismo ni simbolismo.