Müller-Schott y OV

palau de la música de valencia

Daniel Müller-Schott (violonchelo) y Orquestra de València. Director: Yaron Traub. Obras de Ferrán, Elgar y Dvorak. 22 de octubre.

Lo primero que llamó la atención en la inauguración de la nueva temporada de la Orquestra de València fue la ubicación «centroeuropea» de los instrumentos. Las dos familias de violines aparecieron enfrentadas a los lados del director, los contrabajos se situaron detrás de los primeros, los violonchelos detrás de donde antes se hallaban los segundos, lugar cedido a los violonchelos. En los metales, las cuatro trompas, ahora todas a la misma altura, pasaron de la derecha a la izquierda, mientras el arpa y el piano hicieron el recorrido contrario. Los brillantes resultados en este primer concierto aconsejan mantener esta disposición en el mahleriano futuro que nos aguarda.

La velada se inició con el estreno absoluto de Alba Sapientia, homenaje de Ferrer Ferrán (Valencia, 1966) al siempre añorado Salvador Seguí, de cuyo Amor blanco se toma material melódico. No fue estreno absoluto, como se decía en el programa de mano, pues ya el 24 de noviembre de 2008 la Orquesta del Conservatorio Salvador Seguí de Castelló había presentado en la misma Iturbi esta obra para gran orquesta (órgano incluido) y de unos veinte minutos de duración. Como entonces, gustó mucho por su espectacularidad de buena ley, esto es, con perfecta calibración de las masas sonoras e imaginación tanto rítmica como en la distribución de los colores sonoros. El autor recogió desde el estrado aplausos merecidamente calurosos.

En sustitución del enfermo Truls Mørk, en el Concierto para violonchelo de Elgar actuó el alemán Daniel Müller-Schott (Múnich, 1976), del que en el Palau se recordaban con agrado casi total tres actuaciones (entre 2003 y 2004). Su triunfo fue importante por lo precioso de su timbre y el ajuste con el acompañamiento.

Ocupó la segunda parte una Octava de Dvorak vibrante a más no poder, muy dramática en los movimientos extremos, fresquísima en los centrales. Traun dirigió todo con brío y aplomo, y sus músicos le respondieron con una combinación ideal de flexibilidad y seguridad.

El público que llenó el aforo salió sumamente contento.