Desvelar hechos poco conocidos de la postguerra española (hasta 1964). Es el objetivo que se ha marcado Almudena Grandes con sus Episodios de una guerra interminable, declaradamente deudores de la serie de narraciones históricas del siglo XIX de Benito Pérez Galdós (sus Episodios Nacionales). La escritora madrileña ha empezado con Inés y la alegría (Tusquets), novela que rescata "un episodio que no es olvidado, sino inexistente": la invasión del valle de Arán durante nueve días de octubre de 1944 por 4.000 guerrilleros antifranquistas

No hay más de veinte libros históricos que toquen, siquiera sucintamente, este hecho de armas, "el más importante contra el franquismo que tuvo lugar", dijo ayer Grandes en Valencia. Es la consecuencia del silencio oficial de la dictadura y el del PCE: el plan fue un diseño individual del entonces jefe de los comunistas en el sur de Francia, Jesús Monzón, un nombre prácticamente desconocido en los libros de historia, pero que pudo ser el liberador de España.

Grandes no ocultó ayer su afecto por este personaje. "Fascinante", "seductor", "con un talento extraordinario" y "muy valiente" fueron algunos de los elogiosos términos que le dedicó antes de confesar que le cautivó. Tanto que hasta su marido, Luis García Montero, dice que es la última mujer de Monzón, bromeó (en esa lista de compañeras del audaz comunista pasea por la novela la valenciana Pilar Soler).

Inés y la alegría no es sólo ficción. Personajes reales e inventados se entrecruzan y la obra contiene algunos capítulos en los que la autora toma la voz para relatar históricamente las tramas políticas que justifican los hechos ficticios. "El realismo no es sólo una opción estética, es un compromiso con la realidad", explicó Almudena Grandes, que dijo no temer que esta serie -tiene las historias diseñadas- quede como la de Galdós en un segundo escalón literaria. No pesa lo mismo en el conjunto de su producción, dijo. En todo caso, "no me preocupa la posteridad".

La autora, que dice en el libro que la democracia sufre un síndrome de Estocolmo hacia Franco, comparó esta con Mary Poppins: "Como en la película, se cerraron los ojos y se saltó a un país de colores. Fue la ficción de la Transición".