Unos son más partidarios de la confrontación, otros prefieren mirar hacia adelante y buscar el futuro solos, otros abogan por la unión efectiva de todos los colectivos de las artes escénicas, pero todos están de acuerdo en algo: la crítica a la gestión y la línea desarrollada por Teatres de la Generalitat. Una frase se repitió en varias ocasiones a la hora de valorar la situación: "política de destrucción" del tejido valenciano de las artes escénicas. Es lo que dio de sí el encuentro organizado ayer por el sindicato de actores (AAPV), en el que participó el presidente de la principal asociación de compañías (Avetid), Sergi Calleja; el programador de Picassent, Vicent Tronchoni; el director de Espai Inestable, Jacobo Pallarés, y el productor de Bambalina Teatres, Josep Policarpo.

Pero más allá de lo expuesto en la mesa redonda, las decenas de personas del sector que acudieron dejaron claro el malestar de la profesión ante la política oficial. Y entre el público había caras bien conocidas que tomaron la voz: las actrices Mamen García y Cristina Plazas, los dramaturgos Manuel Molins y Josep Ricart o los actores Pep Sellés y Ferran Gadea, entre otros.

El criterio estético que prima ahora en Teatres es el de "la no actualización", que "los problemas reales no suban al escenario", se oyó desde la mesa y desde el público. De ahí la primacía de obras de Lope de Vega, otros clásicos o Jacinto Benavente.

"Hay una política clara de destrucción del mínimo tejido social crítico", opinó uno de los autores que acudió al debate. Otros participantes abogaron por "exigir lo que nos han quitado" mediante una movilización y una campaña de comunicación que explique "esta política de destrucción que ha tenido la crisis económica como coartada".

Incluso hubo propuestas más drásticas, como una huelga o "dar la espalda definitivamente a las instituciones y gestionar nuestra pobre vida de artistas como podamos. Pero hay que reaccionar".

El mundo de las artes escénicas no tuvo respuesta, porque a la cita no acudió nadie de Teatres, aunque el secretario general de AAPV, Juli Disla, recordó que la administración autonómica había sido invitada, pero había preferido no acudir.

Ausencia de Teatres

Un poco más tarde, y a escasos metros del Octubre Centre de Cultura Contemporània, donde tuvo lugar el encuentro, la directora general de Teatres, Inmaculada Gil Lázaro, presentaba la última producción que sube al Teatro Principal: Angelina o el honor de un brigadier, de Enrique Jardiel Poncela, en montaje de Juan Carlos Pérez de la Fuente.

Calleja ilustró "el cóctel explosivo" al que han de hacer frente las compañías: caída de las contrataciones, recorte de los incentivos a la producción, reducción de los cachés, retraso sistemático de los cobros, disminución "brutal" del crédito y elevada fiscalidad. "No sé cuánto aguantaremos", concluyó.

El presidente de Avetid lamentó la "ausencia de diálogo, falta de conocimiento y soberbia que han marcado el funcionamiento" de Teatres. No obstante, fue el único que dejó abierta "una pequeña ventana" a la esperanza ante la consideración de la Conselleria de Cultura como "sector estratégico".

La desaparición de l'Altre Espai, la muerte del modelo antiguo del Circuit Teatral, la disminución del 40% en las ayudas a las compa-ñías y las salas privadas, la reducción "drástica" de los tiempos de exhibición de las compañías valencianas o la "desnaturalización" de Sagunt a Escena fueron los ejemplos que puso Policarpo sobre "la falta de dirección artística y de objetivos de Teatres". En su opinión, hay un intento de "desmontar la estructura escénica valenciana e imponer unos criterios personales y excéntricos".

Tronchoni incidió asimismo en las consecuencias del fin del anterior Circuit Teatral y puso el ejemplo de la "Xarxa" de 27 municipios y universidades como nueva forma de cooperación para "trabajar sin el muro".

Pallarés aportó la voz de las salas alternativas, crítica con la política oficial, pero también con las compañías, ya que la preocupación de ambas es "empresarial" y no artística, dijo.

La propuesta de creación de una estructura "intersectorial" estable que una a los diferentes colectivos fue acogida con división de opiniones.