Tras seis años como asistente (primero del coro y luego de la orquesta) en el Palau de les Arts, Jordi Bernàcer (Alcoi, 1976) será hoy el primer valenciano en dirigir una ópera, Manon de Massenet en concreto, en el foso de la Sala Principal. No reemplaza, como estaba previsto, a Lorin Maazel, que por problemas de salud ha suspendido su participación en esta producción, sino que alterna con Patrick Fournillier.

Formado en Alcoi, Valencia (con Manuel Galduf) y, entre 2000 y 2004, Viena, Bernàcer comparte con otras figuras como Zubin Mehta y Claudio Abbado la experiencia de haber actuado como corista en el mítico Musikverein. "Viena es una ciudad que respira música. Y, además de lo aprendido en el conservatorio con profesores tan estupendos como Georg Mark y Reinhard Schwarz, para mí fue muy enriquecedora la oportunidad de participar, siquiera desde un discreto puesto en la cuerda de tenores del coro, en versiones maravillosas del Réquiem alemán, la Novena de Beethoven o los Gurrelieder".

Asistente de Maazel y Mehta

Don Carlo, Faust, Carmen, Butterfly, Turandot, Cyrano, Bodas en un monasterio... La lista de óperas en que ha asistido a Maazel, Mehta, el propio Fournillier y otros directores comienza a ser difícil de recordar. En 2009 llevó El rey que rabió a Peralada, y también actuó en Abu Dhabi y, por invitación de Maazel, en el Festival de Castleton. En el año en curso ha dirigido en Pésaro y, con el Coro y la Orquesta Nacionales, en el Auditorio Nacional de Madrid en un monográfico dedicado a Pierre Boulez que incluía el estreno en España de Le soleil des eaux.

Haber podido trabajar junto a tan grandes maestros como ya han pasado por Les Arts lo siente como un privilegio extraordinario. Ahora, por primera vez, prepara a los solistas, el coro y la orquesta no exclusivamente para otro, sino también para sí mismo. No por ello deja de tener una actitud interpretativa muy receptiva: "En este trabajo considero muy importante la preparación personal previa, pero igualmente estar muy abierto a las aportaciones de otros: no sólo de los maestros con los que uno trabaja como asistente, sino también, por ejemplo, de unos solistas que muchas veces son los miembros del equipo con más experiencia en la ópera concreta de que se trate".

No es, sin embargo, la experiencia una componente definitiva en el caso del director. Bernàcer, ya muchas veces elogiado por la claridad de su técnica, cree que "la capacidad fundamental para un director, la de coordinar, poner de acuerdo a un centenar largo de personas en una idea musical que los cohesione a todos, quizá no sea innata, pero si no se adquiere pronto..."

El caso de Manon es especial en este sentido: "El todo está formado por infinidad de pequeñas cosas, a veces detalles mínimos, que resultan muy eficaces si se hacen bien, esto es, manteniendo la claridad de las líneas musicales típica de una ópera tan francesa como esta".