¿Por qué esta sociedad apenas ha conseguido consolidar nada?

Porque somos una sociedad que viene del sector agrícola, en el que éramos los campeones del mundo, y todo lo demás hemos querido aprenderlo de los de fuera. Nunca valoramos lo que tenemos, ni apostamos por aupar a un sector, o a una persona. Al final, la gente acaba marchándose para poder dar un paso más cuando deberíamos tener las plataformas necesarias para no tener que hacerlo.

¿Reconocemos, también, que somos una sociedad cainita?

Sí. Históricamente ha sido así. Desde que San Vicent Ferrer se sacudió las espardenyes ha sido así. Realmente somos un poquito envidiosos.

Siempre nos fastidia que al vecino le toque la lotería.

Lleva casi cincuenta años en el mundo de la música y el espectáculo. ¿Si echa la vista atrás lo ve todo igual?

Sí. Lo que sucede es que tampoco nosotros mismos hemos sabido hacer un cambio. Si hablamos de la nova cançó le pondría ejemplos.

Adelante, no se corte.

Pues existe un nacimiento, durante los sesenta, con el estallido de Raimon. Es la etapa del Ovidi, la Girau, el mío... A partir de la muerte de Franco sale una segunda generación a la que pertenecen Al Tall, Pavesos, Carles Barranco, Remigi Palmero...Nosotros los esperábamos para que fueran nuestros sustitutos. Fue etapa de Aplecs, de lucha. Pero es que luego llegaron los ochenta, que coincidió con la llegada del PSOE, y fue cuando deberíamos haber hecho una reflexión para cambiar el aspecto de la cançó. Pero no lo hicimos.

¿A qué se refiere?

A que entonces deberíamos haber hecho un cambio estético. No hablo de contenidos, pero sí de imagen. Los Aplecs se habían pasado de moda...

¿El fallo de la cançó es haberse mantenido como género reivindicativo?

No,no, no es eso. Lo que digo es que había que haber abierto puertas y nos quedamos a mitad del camino. Nos encontramos en 2011 y la cançó ha perdido seguidores. Quedan los históricos y algunos intentos.

¿Ese cambio estético del que habla sería el que se atrevió a realizar, por ejemplo, Serrat?

A lo mejor él fue el primero. Pero también lo había hecho la Trinca. Sólo se trataba de analizar lo que se hacía fuera. El Bob Dylan que nos encandiló en el 64 ya no era el señor que iba con su sombrero sino con un espectáculo bien armado. El público no puede esperar minutos a que afines una guitarra en el escenario. Hablo de detalles.

Si todo se quedó a mitad del camino ¿entonces qué aportó la siguiente generación, o la actual?

Realmente se fueron a buscar el rock más que otras historias. Pero cançó no es todo lo que se canta en catalán o en valenciano. No es eso sólo. En la cançó pueden entrar todos los tipos de música. Els Cuatre Gats ya hacían algo de rock y Els 4 Z , cosas extrañas.

¿Ser patrimonio de la izquierda también ha pesado?

Todo ha ido unido. Pero tampoco existe ningún motivo especial. ¿Brassen era de izquierdas? Pues yo no sé si estaba en el Partido Comunista francés, pero lo considero un artista de izquierdas por su propia forma de hacer canciones y por sus mensajes. Y aquí a todos nos han metido en una caja ¿Por qué?

Usted lo sabrá mejor.

Quizá es que hubo un momento durante la Transición en el que nosotros mismos no veíamos bien que un señor cantara amorcitos. Y sin embargo, una canción de amor puede estar tan bien hecha como una canción de lucha, o puede tener la misma intencionalidad. Y luego está la estética. Siempre he defendido la estética de Pavesos porque era berlanguiana, colorista... ¡Pero tenían una mala leche! Era como mirarnos a nosotros mismos.

¿Se considera parte de una generación irrepetible o equivocada?

Las dos cosas. Realmente he tenido la suerte de vivir la gran época vital de todo: los años sesenta, los setenta... Yo he disfrutado la Democracia.

¿En qué acertó su generación?

En la creatividad. Fuimos una generación creativa. Y se equivocó en creer que esto iba a durar toda la vida, o al menos nuestro modelo. Pero no se ha equivocado del todo. Cuando uno está muy jodido dice las cosas de otra manera. En muchos aspectos fuimos unos inconscientes. Hasta la muerte de Franco nos jugamos la vida porque se trataba de dar un mensaje sin que te dieran en la cabeza con la porra. Eso nos hizo ser creativos. De hecho, se continúa chupando de los sesenta.

¿No cree también que esa generación fue objeto de una cierta manipulación política porque creían en la posibilidad de poder cambiar el mundo cerca de la política y fue la política las que les cambió después a ustedes las ilusiones?

Totalmente, aunque siempre ha existido manipulación política en todo. Pero, efectivamente hemos sido manipulados, a veces conscientemente y otras de forma inconsciente. Cuando llegó la Democracia creímos que quienes nos tenían que ayudar estarían ahí para hacerlo, porque al mismo tiempo eran a quienes ayudamos y no siempre fue así. A partir del 77 recuerdo haber hecho para partidos de izquierda y de centro miles de mítines y haber actuado sin cobrar. Pero no sólo yo sino muchos.

¿Cuál fue el premio?

Ninguno. Tampoco esperábamos ningún premio. Creímos que tendríamos la oportunidad de abrir puertas que se nos habían cerrado. Cuando se canta en una lengua autóctona siempre crees que se pueden romper barreras, pero las barreras las rompe el público. Aquí, casi nadie que se ha dedicado a la música o a la cultura se ha hecho rico.

La lengua, sin embargo, ha sido siempre un «handicap».

Lo es más ahora. No veo que televisiones o radios pongan un disco de Lluís Llach. Nosotros sólo queríamos que la gente nos escuchara y juzgara. No esperábamos dinero, ni una conselleria, ni un ministerio, sino normalizar nuestra situación que era minoritaria, aunque no nos importara.

¿Por qué no se ha normalizado ni la lengua?

No sé si ha sido por miedo. La cuestión política es tan compleja. Tampoco interesa demasiado. Y eso es lo que nosotros ya veíamos.

¿Cómo se aparta uno de la música?

De la música no te apartas. Lo que sucede es que llega un momento de debilidad física y también de decepción. Y es entonces cuando dices: hasta aquí hemos llegado. Aunque siempre me quedan ganas de hacer algo. El hecho es crear. Y me queda la satisfacción de haber creador muchas plataformas y proyectos culturales durante estos años.

¿Y todo eso cómo se lo explicaría a las nuevas generaciones?

Les diría: mirad yo hice una serie de cosas y algunas eran hasta para reirse. Mi etapa de Patxinguer Z fue aquí supercriticada. Lo mismo hizo la Trinca y no pasó nada. Mis grandes amigos, los patums de la intelectualidad valenciana, me pusieron a parir. Les diría que también hice otras cositas... Pero, sí que le doy la razón en lo de cainitas.

¿Por dónde pasa nuestro futuro?

Siempre, por la cultura. La gente ha olvidado el pasado reciente. No nos damos cuenta de que han venido otras generaciones que nacieron después de morir Franco y que de todo aquello nadie ha hecho nada para que se recuerde.

Quizá es que la cultura se ha convertido en patrimonio de los políticos.

No es su patrimonio sino que la tienen en sus manos y la controlan. Pero porque tienen esa idea Goebbeliana de la cultura que dice: «cuando me hablan de cultura echo mano de la pistola». Lo que sucede es que tienen miedo de la cultura. El pueblo es más manipulable con menos cultura.

También otros han optado por el sálvese quien pueda.

Bueno, pero en la cultura la política ha actuado mal. Ha invertido siempre más en continentes que en contenidos y los continentes hay que saber llenarlos.

¿Cree que se ha gestionado mal o simplemente se ha invertido sin criterio?

El Palau de la Música ha pasado por muchas manos y ha tenido casi siempre una buena gestión. Ha sabido gastarse el dinero y ha creado un público. El Palau de les Arts nos ha ofrecido cosas muy buenas, pero...gestionar no siempre es fácil. En su día el Teatro Principal también nos dio cosas muy interesantes y ahora...

Si me permite la observación, lo de Teatres y el Principal es un terreno mucho más resbaladizo y para analizar a fondo.

Como gran teatro, al margen de ballets, el Principal debería de tener una programación también autóctona. Es un poco lo que hace la iniciativa privada. El teatro Olympia, por ejemplo, ofrece de todo y siempre está lleno.

Igual es que no todos programan pensando en el público o no dan más de sí.

Es posible, pero yo recuerdo las etapas de Casimiro Gandía o Rodolf Sirera en las que existía una programación muy ecléctica, para todos los públicos y de mucho nivel.

Como productor agraviado en el terreno económico por un ente autonómico ¿qué hacemos con Canal 9?

¡Menuda pregunta! Ha llegado a una situación muy compleja. Lo mejor sería parar un mes, reflexionar y hacer realmente una televisión pública, que no quiere decir casolana. Ha llegado un momento en que se echa de menos la ruleta de Joan Monleón. Por lo menos, aquel programa tenía una audiencia fiel. Pero es que, ahora no hay ni eso. La televisión tampoco ha sido la madre de todo el audiovisual. No me sirve que digan que hay otras televisiones porque yo quiero trabajar para los de aquí y mis trabajadores y actores son de aquí. Dentro de la televisión hay personas con buena voluntad que lo harían bien y lo tienen claro, pero es que la bola económica se ha hecho ya tan grande que...Lo que hace falta es un poquito más de normalidad en todo.