¿El final del amor es cuando se llega a «esa llanura en la que todo resulta demasiado conocido»?

Es uno de los posibles finales, si no sabes seguir creando misterio, pero puede ser también un recomienzo del amor.

¿El final del amor es equivalente a tomar conciencia y bajar de los sueños?

A veces también produce euforia y es una liberación.

¿Cuál es la clave de un buen relato?

Reside siempre en la intensidad. En el cuento no hay relajación posible y las riendas has de llevarlas tensas todo el rato.

¿Hacer cuentos es mostrar también que hay un exceso editorial de novela?

Hacer cuentos en España ha sido una heroicidad, aunque ahora quizá es algo menor que hace 15 años, gracias a editoriales como Páginas de Espuma, especializada casi militantemente en el cuento.

¿El problema de hoy es que por sus dimensiones el cuento se ve como materia de blog, de internet?

Soy reticente a los blogs, porque creo que la mayoría están muy mal escritos. La gente los escribe tras salir de trabajar y acostar a los niños y se nota.

Todos los relatos de su libro son en primera persona. ¿Participa de la idea de que la narración clásica en tercera persona es ya una farsa intragable?

La abundancia de la primera persona hoy es porque el arte está siempre pegado a su tiempo y la sociedad actual ha dejado a un lado lo colectivo. Las utopías prácticamente no existen, pese al 15-M, y estamos recluidos en la individualidad, porque se nos induce a ello interesadamente y porque es un refugio frente a las frustraciones.

¿No es entonces por alejarse del canon de los antepasados, incluso familiares?

No. Mi abuelo era como era porque nació en una aldea rural de Galicia y su mundo tenía más que ver con la Edad Media que con el de hoy. Así que la diferencia con él está en el tiempo que vivimos cada uno.

¿Deja también fuera el pasado cercano, como la Guerra Civil, porque no forma parte de su realidad estricta?

Sí, y también he de confesar mi pereza: yo no puedo documentarme para escribir nada porque soy poco metódico.

Dice que necesita rabia para escribir, ¿Cuál es su rabia actual?

Lo dije en Tiempo de vida y estaba ligado a mi relación con mi padre, de una secreta competencia con él por haberme sentido excluido de su vida. Esa rabia ha sido superada por su muerte y por la escritura de ese libro. Hoy no escribo con rabia.

¿Ni la rabia de los rebeldes del 15-M?

Mi rabia acerca de los errores pertinaces de la clase política mundial es tan antigua que ya no sé ni qué hacer con ella.

¿Sus historias de sentimientos y reflexivas son un refugio ante ese entorno?

No concibo la literatura como refugio. Me interesa muchísimo la política y la realidad que vivimos me genera mucha frustración, pero eso es un territorio distinto. No me parece bien hacer política por medio de la literatura, porque entonces muere. La buena literatura es subversiva, pero no desde la coraza de una ideología.

¿La literatura es su modo de vida ya?

Estoy en una especie de alambre desde hace muchos años que parecería lacrimógeno si lo contara. Pero no tener coche, hipoteca y demás también me da la extraña libertad del funambulista.