¿Todavía se puede hablar de arte y compromiso o todo eso ya es sólo historia?

El compromiso social y/o político está presente en algunos artistas y en su obra. Otra cosa son las modas, las capas de cada época y la formación del público. Siempre han existido las modas. Tampoco entiendo el compromiso como una chaqueta de quita y pon sino como una manera de integrar cierta dosis de ética y responsabilidad en el trabajo. Evidentemente, todo lo que requiere un esfuerzo tiene un coste y unas pérdidas.

¿Hacia dónde suele caer la balanza?

La sociedad actual es muy epidérmica. De alguna manera todo va muy rápido y la intensidad ha de ser leve. Se ha mistificado mucho la idea en torno al arte.

¿Para derivar hacia?

Seguramente, las llamadas líneas amarilla y rosa, el valor del dinero, el papel de las subastas... pero el dominante es un color pardo.

Afirma que hoy sólo vale el dinero, pero usted viene de una generación de transición que apostó por una nueva realidad. ¿Transcurridos los años, todo ha cambiado y poco ha quedado?

Depende cómo se mire. Si reviso treinta o cuarenta años atrás encuentro apellidos que mandaban en un área, y hoy siguen influyendo. El poder económico y político siempre está bien situado. También tenemos los artistas, aparte de ser cronistas más o menos incómodos al status, la posibilidad de poder fabular.

¿Su generación ha quedado relegada?

No tengo la sensación de pertenecer a un grupo generacional con el que esté unido de por vida aunque lo ponga mi DNI. Me siento como un adolescente cuando inicio un proyecto nuevo. No importa la edad. La sociedad tiene unos modelos de integración que no son fáciles de construir. Tampoco los discursos artísticos son nuevos por ser más recientes.

Pero hay olvidos.

Yo mismo. Mi actividad profesional está desvinculada de los espacios oficiales...

¿Quiere decir que haber participado de la gestión pública o bajo el paraguas de un color político puede llegar a sesgar una trayectoria paralela?

En mi caso no fue una vinculación política sino que trabajé para la primera administración democrática donde existía un proyecto y una mayoría política. Hice mi gestión lo mejor que supe.

¿Fueron más brillantes los ochenta o sólo son imborrables en la memoria?

No sé si fueron los mejores años, pero sí un momento histórico especial porque la sociedad estaba de estreno. Existía mucha complicidad y había ganas de iniciar nuevas etapas. Es más sencillo y estimulante montar algo cuando no hay nada que cuando todo preexiste. No puedo hablar de grandes errores. Mi vinculación a la creación de la sala Parpalló fue una forma modesta pero intensa de participar en el desarrollo de una actividad que, prácticamente, era inexistente. Se acertó en una política que por primera vez integraba elementos que habían sido ignorados en la plástica contemporánea.

Ya vio como derivó en el tiempo.

No la he seguido demasiado y no puedo decir mucho. No estoy interesado. Recuerdo períodos en los que había teatro en la ciudad y ahora sólo hay verbenas y festivales fashion. Imagino que todo depende de unas opciones y de situar prioridades.

¿No existen hoy prioridades o jugamos al oportunismo?

Lo importante es la calidad de los responsables y técnicos y a partir de ahí... Publicar simplemente libros no es una garantía de defender la cultura. Así en todo.

Cuando se refería a la ausencia de reconocimientos sólo ha dado su nombre.

Pues hay un montón: Un pintor como Francisco Lozano ¿dónde está? ¿Y Manolo Gil, Alfaro, Eusebio Sempere, Hernández Mompó o Anzo? Por citar algunos autores que, hace unas horas, constituían el orgullo de nuestra modernidad. Ya no sólo es un problema de la administración sino de la sociedad valenciana. Da la impresión de que tiene un gran desapego y no se siente vinculada a nada a pesar de una persistente densidad provinciana. No somos el tipo de sociedad que va incorporando, sumando y consolidando. Tampoco se trata precisamente de estar siempre haciendo homenajes, sino de la inexistencia de sintonía entre la sociedad y su historia reciente. La no memoria como modelo. La sociedades primitivas reconocían al viejo por la sabiduría de la experiencia; hoy...

¿Será que aún no hemos superado lo de estar conmigo o contra mí?

No lo sé, aunque yo lo noto. A veces piensas si realmente existen listas negras y por otro lado hay cierta endogamia.

Estuvo 15 años al frente de la Sala Parpalló, el primer espacio público que se abrió al arte contemporáneo. ¿Perpetuarse tanto tiempo en un cargo no es un peligro para el protagonista y un riesgo para la sociedad que le paga?

Depende. No parece ser así entre los directores de orquesta, o en los departamentos de las Facultades, por ejemplo; pero creo que los períodos han de ser ágiles y relativamente cortos, aunque en cultura da la sensación de que se rompe el hilo y se deshace lo andado cada vez que cambian las siglas de los diputados y concejales.

En la actualidad, algunos parecen tener cargos vitalicios o han convertido la gestión en un oficio de beneficio.

Bueno, eso responde a la manera de ser de cada cual. Creo que las designaciones deben ser por méritos profesionales y no sólo por confianza política.

¿Ha seguido de cerca la bronca de los críticos de arte y artistas con el IVAM?

Sí. La sociedad es libre de exponer sus criterios sobre sus museos o sobre sus campos de fútbol. Todo el mundo tiene derecho a manifestar sus opiniones. Otra cosa es el peso o la razón. También hay respuestas que no parecen proporcionales.

¿Cree que los museos han perdido en cierto sentido su rumbo?

Todos no. Los museos han pasado de una estructura académica y de inventario de memoria a convertirse en un parque de atracciones donde la máxima obsesión es el índice de audiencia.

¿No será también el arte contemporáneo ha ayudado a ello?

Hay arte contemporáneo que sí y otro que no. Se puede hacer el triple salto mortal para llamar la atención o repetir el mismo salto tres veces con diversos riesgos. Hay ofertas para todo. Joan Miró decía que bajo la capa del arte frecuentemente se esconden las intenciones más abyectas.

¿La pintura/pintura se ha acabado?

Creo que no. La pintura/pintura también es una marca. La actividad pictórica no se ha acabado aunque para algunos haya dejado de ser novedosa. Hay una espiral y una necesidad de formar parte del consumo y para interesar y poder estar en la primera línea se recurre a cualquier cosa.

Ilustra, pinta, diseña. ¿La mejor salida es reinventarse para no repetirse?

En mi caso y en el de otros muchos de mi generación viene de una práctica y una versatilidad, de un aprendizaje a jugar con los instrumentos de que disponías. Las colaboraciones en libros nunca han sido como ilustrador sino una prolongación de mi trabajo. Puede que cambie la mentalidad o la funcionalidad, pero no el concepto ni el sentido.

¿Cómo está la creación en Valencia?

Tengo pocos contactos con las generaciones más jóvenes. Hago mi trabajo. No estoy muy pendiente. Pero me parece que es como en todo: ni se ve lo que hay, ni hay lo que se ve.

¿De qué está indignado?

Creo que la sociedad está cansada de no entender ciertas cosas, de ir empobreciéndose, mientras unos cuantos pájaros, que son los de siempre, se enriquecen a una velocidad mayor.

¿Decepcionado, entonces?

Me refugio bastante en la literatura y procuro no tener dioses a los que adorar. Todos somos un poco culpables. Pero yo he hecho toda mi vida aquello que he querido o lo que he podido hacer. Me he sentido libre y nada me ha condicionado de manera definitiva. Miro las noches estrelladas. Y así sigo.