Para Ana Cristina Herreros, autora de una recopilación de cuentos sobre la muerte, es fundamental que la sociedad actual vuelva a concebir la muerte como parte de la vida y aleje su concepción macabra, porque "quien no celebra la muerte, no puede celebrar la vida".

En Cuentos populares de la madre muerte (Siruela), Herreros rescata cuentos de la tradición oral, en los que la muerte era algo cotidiano. La escritora recuerda que no hace mucho tiempo, hombres y mujeres celebraban la muerte tanto como la vida, y tanto en el nacimiento de un bebé como en la muerte de un anciano se vestía a ambos con su mejor traje y se mostraban a la comunidad.

"La muerte dejó de celebrarse cuando comenzó a ser algo que había que ocultar", señala. La gente olvidó "su íntima relación con la vida" y empezó a considerar la vejez indigna. En la tradición católica está "el precioso" Día de Todos los Santos, que se celebra hoy, con el que "se está recuperando" la tradición familiar de reunirse en el panteón "en una especie de vuelta al útero materno".

"Es fundamental recordar a nuestros muertos; de ahí venimos y ahí iremos", asegura Herreros, quien recuerda que, tras la muerte de su madre en su cocina de León, la familia decidió instalar allí "un altarcito". La concepción de vida y muerte como una misma cosa generó unas diosas que se perdieron en el 3.500 a. C. cuando aparecen las primeras religiones patriarcales, cuyas principales herederas son el cristianismo, el judaísmo y el islam. "Es entonces cuando se comienza a concebir la muerte como una forma de castigar un pecado", según la autora, quien lamenta que se asocie el Día de Difuntos con Halloween, "algo sin ningún sin sentido en nuestra cultura".

La parca justa,

amiga, madrina

En los cuentos populares la muerte no aparece como la representa la tradición cristiana, "algo despiadado que viene a cumplir ese castigo impuesto por el pecado de ser soberbios y querer saber más que Dios", sino que "es otra muerte: la muerte justa, la que se lleva a todos por igual; la muerte amiga, la muerte madrina". La muerte madrina, uno de los primeros cuentos que encontró y que inclye en su libro, es "un cuento fértil"que hunde sus raíces en las danzas medievales de la muerte, el germen del teatro en Europa, representado con un círculo dentro del cual estaba la muerte que se llevaba a todos por igual. Eso, en la mentalidad medieval, era muy tranquilizador para gente que vivía humillada y en condiciones de esclavitud; sentían que la vida era justa porque la muerte era justa", según la autora. c. c. madrid/efe