Las nubes finalmente no quisieron hacerse presentes en el sexto festejo de la feria taurina de Algemesí, aunque durante la mañana descargaron con fuerza sobre la ciudad. Sin embargo, a la hora del paseíllo lució el sol y permitió que el festejo se celebrase con absoluta normalidad sobre un albero en perfecto estado.

Ayer, para no romper con la tradición, la plaza se llenó de un público entusiasta y generoso con los toreros, que fueron premiados con largueza, a pesar de que no terminaron de estar del todo bien.

Y es que se anunciaban dos de los novilleros más relevantes del escalafón, de los que se esperaba mucho. Y aunque uno de ellos acabó saliendo a hombros, dejaron el regusto de una cierta decepción en los aficionados.

Se lidió un encierro de Javier Molina, bien presentado y de juego algo desigual. Fue y vino con calidad y son el vareado primero. A pesar de salirse suelto del caballo el segundo, tomó las telas con fijeza y codiciosa repetición de sus embestidas. El castaño de rejones galopó con tranco y sin descanso tras las cabalgaduras. El cuarto acobardado y manso, fue remiso y se apagó pronto. Y manseó y embistió sin clase el quinto.

Al novillero mejicano Sergio Flores se le vio con oficio y compostura, si bien frío y desapasionado con el primero y muleteó vistoso aunque sin relieve al cuarto. Rafael Cerro puso de manifiesto disposición y entrega. Dio faroles de rodillas y trasteó con sentido de la ligazón y colocación, dejando siempre la muleta puesta y ayudando a sus oponentes. Y el rejoneador Mancebo gustó por su temple, monta y dejar llegar, pero falló con el rejón de muerte.

FICHA

?Lleno en tarde soleada. Novillos del Javier Molina, bien presentados y de juego desigual. Destacaron 1º y 2º. El rejoneador José Antonio Mancebo, saludos tras dos avisos. Sergio Flores (añil y oro), oreja y silencio. Rafael Cerro (purísima y oro), oreja y oreja.

Jose Antonio Muñoz lució en la brega.