La Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) es desde su creación (2001) un complejo nudo de equilibrios. Tras la toma de posesión de ayer del nuevo presidente, Ramon Ferrer, la pregunta es si la balanza no empieza a decantarse. No es sólo que el nuevo cabeza de la institución lingüística proceda -y aún aparezca como miembro- de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV), que no reconoce la normativa oficial del valenciano, rechaza la unidad de la lengua y defiende las Normes del Puig, al igual que Lo Rat Penat (la otra entidad referente de este ámbito). No es sólo que en el acto de ayer, solemne, en el Saló de Corts del Palau de la Generalitat, lucieran los máximos representantes de ambas instituciones, Vicente Simó Santonja y Enric Esteve, respectivamente.

Es también el contenido del discurso de Ferrer, en el que calificó de "prioritario" mantener "relaciones de extrema cordialidad con las históricas entidades valencianistas" mencionadas.

La aproximación no surge de la nada. Simó Santonja ya participó en unas jornadas de la AVL -como experto en los Furs de Jaume I, se dijo entonces- y Lo Rat ha colaborado en el Llibre d'estil per a mitjans audiovisuals y en la vigente exposición sobre Teodor Llorente, como recordó ayer Ferrer, pero la cercanía nunca había sido tan evidente. Baste recordar las agrias declaraciones que se cruzaron la anterior presidenta, Ascensió Figueres, y Esteve.

Cierto que Ramon Ferrer se acordó también ayer, en su discurso, de la "indispensable" colaboración con las universidades valencianas, la de Barcelona, la Xarxa Lluís Vives y el Institut Ramon Llull. Pero también se dejó notar la ausencia de menciones al Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana (IIFV), a Escola Valenciana -sí habló del apoyo al proyecto de voluntariado en valenciano- y, por supuesto, a Acció Cultural del País Valencià (ACPV) y el Institut d'Estudis Catalans (IEC). Reconoció la acción de los "gobiernos autonómicos" por el valenciano, pero no hubo cita tampoco para la Llei d'Ús i Ensenyament (1983).

Puede interpretarse como una estrategia de neutralización y desactivación de los sectores denominados tradicionalmente "secesionistas" o blaveros, pero el riesgo es el alejamiento del otro extremo social, además del posible aumento de tensiones internas.

Los elogios a la RACV los puso también el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, en su discurso -en valenciano-, en el que recordó la vinculación de Ferrer con esta desde hace 28 años y la etiquetó como "una de las instituciones más valoradas y significativas para los valencianos". Además de reivindicar "el espíritu de unidad" de las Normes de Castelló, no mencionó ninguna otra entidad.

Ferrer hizo hincapié, por su parte, en la necesidad de "aumentar los esfuerzos" para que el uso del valenciano no decaiga. En un contexto de globalización y cambios, dijo, "sobran las discusiones estériles y los enfrentamientos banales". Y acabó con lo que sonó a declaración de intenciones para su mandato: "Si los académicos fuéramos capaces de postergar definitivamente cualquier aspecto conflictivo relacionado con el valenciano y consiguiéramos incrementar su uso normal y oficial, la existencia de la Acadèmia habrá valido la pena".

En el lado del público, destacó la elevada representación oficial, en comparación con el gris acto vespertino de hace cinco años. Estuvo la vicepresidenta del Consell Paula Sánchez de León y los consellers Lola Johnson y Serafín Castellano. También Rafael Blasco y, cómo no, Alejandro Font de Mora.

Por la oposición, Juan Soto (PSPV) y Enric Morera (Compromís), además de otros presidentes de instituciones autonómicas: Santiago Grisolía, José Cholbi o Rafael Climent. Por las universidades, el presidente de la Xarxa Lluís Vives -y rector de la Jaume I de Castelló-, Vicent Climent, además de vicerrectores de las de Valencia y Alicante. Asimismo, el resto de 19 académicos, en bloque. Hace cinco años, faltaron tres.