Ignoro si Lionel Andrés Messi, futbolista argentino al servicio del F. C. Barcelona, se hallaba bajo los efectos de la gripe o padecía dolor de barriga mientras jugaba poco más de media hora en el partido de ida de la Copa del Rey entre su equipo y el Osasuna de Pamplona, tiempo suficiente para que marcara dos goles.

Comento este hecho, ajeno a cualquier mérito cultural, como consecuencia de haber leído un comentario al respecto, firmado por Salvador Sostres, en el que, dadas las circunstancias, pone al citado jugador argentino como ejemplo a seguir por los españoles currantes: "La próxima vez -comienza el artículo en la página 38 del pasado viernes en El Mundo- que estés tentado de no acudir al trabajo porque tienes la gripe, vigila con lo que haces, porque Messi te estará observando".

La verdad es que está muy bien que se procure reducir el absentismo laboral, pero no creo que valga la comparación, porque no es comparable el trabajo de un empleado con el juego de un futbolista bien pagado. Y me parece estupendo que se aproveche cualquier ocasión para motivar al personal, para que se supere a sí mismo, que no practique la ley del ningún esfuerzo (mínimo ya sería algo), pero, ¿hasta qué punto es lícita, en este orden de cosas, la utilización del ámbito balompédico?

Confieso que me resulta difícil ser objetivo en estos asuntos. El periodismo deportivo -con las excepciones que estiméis conveniente, que las hay- se ha convertido en una suerte de sección publicitaria en la que se encumbra a los ídolos de una manera descabellada y, cuando pueda existir motivo para ello -para el encumbramiento que no para el descabello-, como probablemente sea este caso, a uno le salta la mosca que suele alojarse permanentemente tras de su oreja. ¡Y es que ya son muchos los años que llevamos escuchando las bondades excesivas de la patada que, si alguna vez las hay, cuesta mucho creérselas!

El texto de referencia -bien escrito, por otra parte; para algo su autor cuenta con un buen curriculum- concluye así: "Tal vez nunca tendremos su toque, su velocidad, y no pasa nada. Lo que en cambio nos pasa por no tener ni la mitad de su decencia es esta crisis, esta desesperanza, este vacío moral y esta jeta descomunal de decir encima que la culpa es de los demás". ¡Hombre, algunos tendrán más responsabilidades que otrosÉ!

Después de leer estos párrafos, me permitiría sugerir a la Redacción del diario madrileño que, en adelante, se publicasen los artículos del periodista catalán en la página 3, junto a la columna de Antonio Gala. Para contrastar.