Obras de Schumann, Richard Strauss, García Abril y Falla

Palau de la Música (valencia)

Ainhoa Arteta, soprano. Roger Vignoles, piano.

La soprano Patricia Petibon acaba de grabar, y con buen resultado, un disco con una selección de música española en donde figuran desde zarzuelas a lied español. No es habitual que una cantante foránea se atreva con un repertorio hispano, porque tenemos la convicción de que la música de cada territorio geográfico tiene que ser interpretada por sus aborígenes para otorgarle el legítimo sabor patrio. Sin embargo perdemos de vista que la música, lenguaje universal donde los haya, va destinada a los intérpretes que tengan condiciones, sensibilidad y talento para traducirla, independientemente de su lugar de nacimiento.

Viene esto a cuento por cuanto Ainhoa Arteta se embarcó en la primera parte del concierto, con un repertorio de lieds de Schumann y Richard Strauss, normalmente vinculados con los cantantes de lengua germánica. La soprano de Tolosa hizo suyas estas obras otorgándoles su impronta propia, basada no solo en la emisión de una voz cristalina, rica en armónicos, sino en un temperamento sensitivo, despierto y especialmente pasional, que se adecuó a la complejidad de acentos de las partituras, que van desde el sentimiento doliente y sepulcral, a la mas arrobada melodía... Ainhoa que tiene gracia hasta para ponerse las gafas que le permitieron leer, con propiedad, las partituras de este repertorio, resolvió el reto ofreciendo momentos muy líricos con una emisión aérea, rica en esfumaturas, lo que no impidió que estuviera bien impostada en la dicción de fragmentos de tesitura grave, que abundan en sobremanera en los Frauenliebe und leben.

La soprano posee una gran musicalidad y ello se demostró en muchos momentos del concierto y puede servir de ejemplo, la afinación de la cuarta descendente el primer poema de Machado de García Abril, pero sobre todo en la dicción de las populares Siete canciones de Falla en las que primó la amenidad de acentos y el elegante casticismo, acompañada por un Roger Vignoles que supo respirar en todo el concierto desde el teclado, al unísono de la voz, amparándola en algún momento conflictivo como la Serenata de Strauss o Helf mir ihr schwestern de Schumann.

El público, que abarrotaba el auditorio, acogió con fuertes ovaciones a la cantante que llegó a ofrecer tres bises La rosa y el sauce de Guastavino, Canción de cuna para dormir a un regrito de Montsalvatge y Las locas por amor de Turina.