A bote pronto, la estancia durante un trimestre de Stephen Hawking en Mallorca e Eivissa podría interpretarse como una simple anécdota más con que decorar su semblanza. Siempre quedan bien unas fotos vacacionales en el Mediterráneo para completar el álbum familiar. Y más si es el de un británico. Un poco de sol (y no sólo estrellas) se agradece en su biografía. Sin embargo, quedarse con esta historieta y las correrías de un niño de ocho años por el pueblo de Deià resulta ingenuo, sobre todo al conocer el círculo con el que se relacionó el niño durante su hospedaje en la isla. En concreto, alternó con la familia de Robert Graves.

Corría el año 1950. Marzo anunciaba la primavera. Isobel Hawking, madre del científico más popular desde la segunda mitad del siglo XX, se trasladó a Mallorca junto a sus tres hijos tras "separarse del padre de Stephen", recuerda William Graves, compañero de juegos del científico en la isla.

Compañeras en Oxford

El progenitor del autor de Historia del tiempo, biólogo de profesión y empleado del Instituto de Investigaciones Médicas británico, se vio obligado a efectuar un viaje por África en una misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así las cosas, Isobel alquiló una casa en Deià por recomendación de su amiga íntima Beryl Pritchard, esposa de Graves en aquel momento. "Mi madre e Isobel estudiaron juntas Filosofía, Política y Economía en la Universidad de Oxford. Iban al St. Anne's College, mientras que mi padre iba al St. John's. Antes de venir a Mallorca, ellas se veían de vez en cuando", explica William, quien dedica algunas páginas a la visita de Hawking a Mallorca en su libro Bajo la sombra del olivo (la Mallorca de Robert Graves).

El hijo del escritor británico bromea acerca de la estancia del científico, quien cumplió setenta años hace dos semanas: "Me fastidió el plan que tenía con mis amigos de Deià".

Los juegos se trasladaron durante dos o tres días a Eivissa, donde alargaron una excursión. "Stephen se quedó muy impresionado con un Guardia Civil que con un cuchillo le rompió la pelota a un niño", evoca.

Los recuerdos de William -tenía diez años cuando los Hawking se trasladaron a la isla- no van mucho más lejos. Pero a medida que se acerca el tiempo, rememora una visita a su madre por parte de Isobel antes de morir. "Era una mujer muy inteligente. Creo que el cerebro privilegiado de Stephen viene de ahí". No en vano, cuando era bastante pequeño, algunos compañeros de clase apodaron "Einstein" al padre de la teoría del Big Bang.

A juzgar por las fotos de su etapa mallorquina, Hawking era risueño. Cada día acudía a unas clases particulares con William, que se estaba preparando para ingresar en un internado británico. La hermana mayor del científico, Mary Hawking, también recibió parte de su educación en Mallorca.

Sesenta y dos años después, el niño que visitó Mallorca y conectó con la familia Graves sobrevive con valentía -pese a no poder mover ni un solo músculo- y continúa acercándose a las leyes que gobiernan el universo. Como el poeta británico (con su Diosa blanca), Hawking no ha flaqueado nunca en su intento de acercarse a lo indescifrable. Pero sin Dios.