La Valencia Fashion Week de los recortes guardaba un as en la manga. Una potente sorpresa: Assaad Awad, el diseñador de origen libanés con taller en el castizo Lavapiés, que hace complementos para Lady Gaga y Mugler. El hombre de piezas tan imposibles como su propio nombre mostraba su primera colección de ropa. Bueno, como era de esperar, los accesorios y el espectáculo —Rossy de Palma como novia políticamente incorrecta— se comieron a las prendas. Pero la semana de la moda de la crisis, la austeridad y la contención de repente enloqueció.

Máscaras a base de huesecillos, piedras y corales. Arneses y plumas, tachuelas sobre cuero negro, piezas metálicas, materiales industriales reciclados y zapato de tacones esfumados, los tacones imposibles y los «armadillos» de Alexander McQueen. Metamophosis aludía a la transformación y la liberación, a la parte animal que anida en el ser humano, a la muda de piel. Vestidos en negro, blanco y rojo —Awad contó con e respaldo de Moisés Nieto, ganador del premio de El Ego en la última edición de Mercedes Benz Fashion Week Madrid) como metáforas del exoesqueleto del insecto (Kafka), de la carne y de la sangre. Jaulas y rejas cubriendo el rostro y el cuerpo. Espinas (¡bajo las del Ágora!) y escamas. La calavera como leit motiv (God save McQueen!). Complementos XXL en oro. Extravagancia y exceso, todo llevado al límite. Vestidos entre orgánicos y futuristas. Provocación. Todo tan Gaga...

Selim de Somavilla, Georgina Vendrell —y Paco Varela y Lucía Ribes en la zona D— se encargaron del armario masculino. Somavilla viste a los hombres en un clima desapacible de ventiscas, niebla y montañas húmedas. Punto a mano, trench, tejidos impermeables. Degradados que van de la gama de los fríos a los cálidos, del blanco de la nieve al naranja del fuego. Y altera los códigos semánticos del género y la moda: ellos llevan collares, estampados de flores, hombreras y astracán.

El cuadro final del desfile de Georgina Vendrell podría haberse visto en alguna pasarela internacional de hombre. Porque es así. Un hombre muy en tendencia y al mismo tiempo atemporal, moderno y a la vez clásico. Abrigado para el invierno, en verde kaki, marrones, berenjenas, algo de naranja y mostaza. Trench, abrigos, loden y cuadros británicos, pantalones acortados en el tobillo. Gorros, mochilas y bolsos (los aportaba Zambrano) y punto medio rústico medio urbano.

Juanma Granero (Barcelona, 1978) es Juanma by el Cuco y prefiere el cóctel y la fiesta (sobre la pasarela, se entiende). Nude, gris, negro, estampados, napa y algún acolchado.

La Dita von Teese de la portada de Playboy en la navidad de 2002 lucía un corsé que reducía su cintura a menos de 50 centímetros. Cuenta la leyenda urbana, aunque ella lo niega, que la reina del burlesque ha logrado rebajar su perímetro de manera prodigiosa gracias a los corsés, durmiendo incluso con él puesto. Dita no es la única enamorada de la corsetería. Bibian Blue se los ciñe a nuestras pinups locales, como Vinila von Bismark, o a la Mala Rodríguez. El caso es que, independientemente de los centímetros de cintura, el corsé dibuja siluetas de reloj de arena. O balanza. Sucesión de corsés-armadura, entre la cota de malla medieval y el cyborg futurista, con armazones metálicos. Un recorrido por todos los metales nobles: oro, oro envejecido, plata, cobre. Negro y tejidos tecnológicos para vestidos muy Matrix. Faldas largas y vaporosas muy teatrales. Y Sonia Baby, acróbata vaginal y concursante de reality, como estrella dentro de un traje imposible. A lo Dita de la mano de Gaultier.

Premio a Siemprevivas y Bibian

Tras la entrega de premios —Bibian Blue, el mejor estilismo Revlon; Adrián Salvador de Siemprevivas, mejor colección zona D— Higino Mateu cerró la jornada (a falta de la de hoy, dedicada a la moda infantil, la costura y la solidaridad). Higinio, más coutourier que diseñador de prét-à-porter, hizo eso, un cierre. Vestidos de noche, de cóctel, de fiesta, vestidos que no saben de frío. Vestidos, como anunció, de princesas. Minivestidos en rosa palo, verde agua o beige con faldas ahuecadas, lazos, drapeados, fruncidos. Vestidos largos sinuosos o camiseros sofisticados. Negro, oro y plata. Vestidos joya.

La elección de Assaad Awad, finalmente, resultó sintomática. Metamorfosis, transformación, muda de piel... En un momento de metamorfosis, transformación, muda de piel. Del mundo... y de la pasarela de la moda valenciana. Que ha vivido su XII edición dejando a un lado las diferencias internas que desembocaron en la escisión de los diseñadores en dos asociaciones, los recortes presupuestarios y el reparto salomónico que la Generalitat realizó de la menguada subvención pública.

Los recortes, de puertas para adentro, se habrán notado; de puertas para afuera, prácticamente no. Pero la moda valenciana está mudando de piel: ¿habrá «reunificación»? ¿continuará la Valencia Fashion Week con la misma fórmula ya reformulada? ¿en qué se acabará esta metamorfosis?