¿Sonrisas o lágrimas?

Las dos cosas. Ultimamente más sonrisas porque atravieso un periodo personal y humano muy feliz.

Cuarenta años de profesión y la práctica totalidad de aciertos escénicos. ¿Usted sí debe de tener una fórmula?

No sé si la fortuna existe, pero aquí te lo tienes que ganar. Nadie me regaló nunca nada. Jamás tuve una subvención y no fui un hijo de papa. Me escapé de casa para dedicarme al teatro. Pero no hay secreto. Si existiera una fórmula, el teatro lo harían los bancos. Conozco pocos productores millonarios, pero muchos felices.

¿Hay quien se sacrifica por el teatro y quienes viven sólo de él?

Hay como en todas las profesiones. Por experiencia, esta profesión no perdona y los que no son de verdad tienen su momento álgido pero acaban sucumbiendo. Lo difícil en esta profesión es sobrevivir y permanecer.

¿Y en su caso qué ha sido lo complicado?

Permanecer, además de abrirme paso en un mundo al que llegaba con un bagaje amateur y comiendo sólo una vez al día.

Para unos es vocación, para otros, pasión. ¿No hay término medio?

El teatro es un oficio al que se llega con la misma vocación por la que un misionero se marcha a Africa. Aquí no hay horas, ni festivos. Te la juegas a cada paso y sólo cuenta lo que haces, pero no lo que hiciste, y eso a veces es muy cruel.

Aunque sea un tópico, habrá entonces algo más que un aplauso, al menos, satisfacer una vanidad personal.

El que diga que no lee las críticas o el que dice que no le interesa la opinión que ha generado una de sus obras miente. Estamos en una especie de feria y nos derriban o no. En el teatro estamos expuestos siempre en un escaparate.

¿Qué hay que hacer frente a una crítica buena y ante una mala?

Si es buena, asimilarla pensando que la próxima no lo será tanto y si es mala aguantarse, aunque se lleva muy mal. Si es injusta ya es una cuestión subjetiva. A veces hay críticas injustas tanto para bien como para mal. Hay críticas que te ponen divinamente y tú sabes que no has acertado.

¿Vamos bien de teatro?

Muy bien. La crisis del teatro es un tópico. En tiempo de crisis el teatro es un gran negocio porque la gente necesita evadirse y contemplar la historia de otros personajes para compararla con la de ellos.

¿Y diría que en España los musicales hoy son la zarzuela de finales del XX?

La zarzuela es el musical español. Pero no el musical comparado con el norteamericano sino el que estaría entre la opereta vienesa y el musical de Broadway.

Sin embargo, el tirón del musical no es comparable con el de la zarzuela.

Pero la zarzuela no morirá nunca y el musical tiene su tiempo y muere por sí mismo.

Hay musicales que son eternos.

Por su puesto, Sonrisa y lágrimas es un caso, como West side story o My fair lady, pero son sólo siete u ocho. Son clásicos y dentro de 300 años estarán ahí. ¿Pero sabe por qué? Porque están cimentados sobre unas bases de calidad literaria, dramática y teatral. No creo en el musical de música y texto sin más sino que la bondad de espectáculos como Sonrisas y lágrimas es que están cimentados en historias reales.

¿Quiere decir que muchos de los musicales que hoy se producen están pensados unicamente como negocio inmediato?

Lo que aguante lo veremos con el tiempo. Pero para mí, sólo hay musicales buenos y malos. Lo importante de un musical es lo que cuenta. Cuando hay una historia que contar incluso podría sobrar el baile, la música... Lo importante es la historia y su concepto. Por ejemplo, todo el equipo de Sonrisas y lágrimas estamos asombrados porque nunca habíamos visto una reacción igual, ni al publico de todas las edades llorar de emoción y luego reírse. En serio. Es asombroso.

¿En un musical han de primar las emociones por encima de la idea?

El teatro y el arte han de moverse siempre entre emociones. Lo que no emociona no existe. Ese concepto breachtiano de transmitir sólo ideas no va conmigo.

Vivimos un boom de musicales. No sé si como en todo habrá un agotamiento más pronto que tarde.

En este momento somos el tercer país en musicales del mundo en recaudación y producción. El teatro necesita ensanchar su oferta, como ha sucedido con el cine que está inventado motivos continuos para que la gente salga de su casa. El teatro ha de devolver al espectador el sacrifico que supone comprar una butaca.

Fue de los pioneros en la dirección. Suyo fue «Jesucristo Superstar». ¿Hoy sería igual o muy distinto?

Estéticamente no sería igual. Pero no olvide que fue un reto. El musical se estrenó en 1975 cuando todavía había censura y en este país no existía tradición de musicales. Tuve que ver a 1.200 personas de las que sólo un 1% estaba preparado. Hoy el nivel de calidad es asombroso.

¿Se ha parado a pensar cómo ha cambiado el tiempo la Historia? Azpilicueta continúa al pie del cañón y dos de sus protagonistas, Camilo Sesto y Teddy Bautista están en sus circunstancias.

Camilo decidió retirarse y tuvo problemas de salud. Él y Teddy sólo hicieron ese musical en su vida. Pero Paloma San Basilio va a volver a trabajar conmigo en My Fair Lady.

Dice que sería distinto, pero no da la impresión de que el género haya cambiado tanto.

El musical está cambiando constantemente pero las historias son las mismas, como lo son las peripecias humanas. La estética es lo que cambia pero, seguramente, por cuestiones técnicas. En mi caso, creo que en un par de años volveré a montar Evita.

José Carlos Plaza decía esta semana que nos falta un nuevo Valle Inclán para remover conciencias.

Por supuesto. Nos falta un Valle, un nuevo Miller, Buero Vallejo está aún por redescubrir... Pero aún así, no creo que exista ningún autor más valiente que Shakespeare. Los griegos ya establecieron los límites del conflicto humano. No hay alegato más grande contra la esclavitud que La vida es sueño, de Calderón. Los clásicos ya contaron la historia de la humanidad y ésta no ha variado.

Las carteleras están llenas de dramaturgos extranjeros y adaptaciones de éxito. ¿Faltan oportunidades para la dramaturgia contemporánea española o es un problema de discurso?

No creo que sea una cuestión de discurso ni de oportunidades. El teatro se hace para entretener. El que quiera hacer algo didáctico que se dedique a la enseñanza. No creo que el teatro salve los problemas del mundo salvo durante las dos horas que dura una función.

¿El teatro no puede ayudar a reflexionar o a abrir conciencias?

La conciencia la despierta el periódico cada mañana, pero no el teatro.

¿Es autocrítica al teatro español?

Existe una especie de leyenda de que el teatro español se acabó en Buero, Nieva o Gala. Pero no es verdad. Hoy estrenan muchos autores españoles, hay muchas salas alternativas y oportunidad de acceder a muchos textos. No creo que en este momento un texto interesante se quede en el cajón.