Juan Ripollés es el autor de la escultura de 24 metros que preside la rotonda de acceso al aeropuerto (sin aviones) de Castelló. Se la encargó Carlos Fabra cuando era presidente de la diputación provincial, tiene un coste de 300.000 euros y sobresale por el parecido con el propio Fabra, algo que el artista cuestiona ("que me digan dónde lo encuentran [a Fabra] en la estatua", ha dicho). El escultor, con numerosa obra civil en distintos lugares de Castelló y la C. Valenciana, ha visto ahora como es él el homenajeado en la ciudad con la obra de otro artista.

Castelló Cultural, dependiente de la Generalitat, inauguró el pasado miércoles en la explanada del Auditori i Palau de Congressos de Castelló una pieza de 22 toneladas del artista "tecnofuturista" Viktor Ferrando dedicada a Ripollés. El alicantino, que empezó su andadura profesional en 2005, contó que la idea de la escultura surgió durante una tarde de conversaciones con el veterano de Castelló, que ha sido la "inspiración" para la obra y al que, dijo, guarda "un cariño especial". "Es un ejemplo a seguir para artistas jóvenes, con ganas de desarrollar cosas", afirmó.

Según la Generalitat, la escultura está dedicada a Ripollés por "su contribución al mundo del arte y por su gran espíritu, un referente para todos aquellos que caminan por la senda de la cultura en busca de un mundo dotado de más humanidad y sabiduría".

La pieza de Ferrando es una escultura de 22 toneladas acompañada de varios coches antiguos de principios del siglo XX teledirigidos por una serie de maniquíes del año 1930.

La obra (sin título conocido) está inspirada en el planeta Neptuno, explica el autor, supera los doce metros de longitud y los cuatro de altura. Está dotada de un sistema de compresores que permiten el paso de aire a través de una electro-válvula: el aire que se almacena previamente en los depósitos ocultos de los pilones que sustentan la escultura.