Tras comenzar en trabajos underground de fantasía y thriller, Javier Pellicer (Benigànim, 1978) da el salto a la novela histórica con «El espíritu del lince» que, basada en hechos reales, fantasea acerca del enfrentamiento de dos caudillos de la antigüedad: El cartaginés Aníbal y el íbero Icorbeles.

Dígame algo que pueda fascinar de una novela sobre íberos a un lector común.

Los íberos son nuestro pasado, un pasado casi olvidado. Aunque totalmente histórica, su sociedad está envuelta en un cierto aire mítico debido a que no se les ha dedicado tantas obras como, por ejemplo, a los romanos o los árabes. Pero estaban ahí antes que todos ellos, y les debemos cosas como la magnífica Dama de Elche. De algún modo los íberos son parte de nuestra cultura. Me gusta pensar que los edetanos y los contestanos fueron los primeros valencianos que pisaron estas tierras.

¿Cómo descubrió a Icorbeles?

En realidad, Icorbeles es un personaje ficticio. Lo único en el protagonista real es el nombre, que figura en una moneda íbera hallada en Sagunto. Se cree que el verdadero Icorbeles fue algún tipo de magistrado, aunque no hay datos. Utilicé este nombre para mi personaje porque me gustaba su sonoridad. Tiene fuerza, y a pesar de ser poco común es fácil de recordar.

¿Qué atrae más, un villano famoso como Aníbal o un héroe desconocido como Icorbeles?

Aníbal siempre será una figura fascinante. ¿Cuántos personajes históricos pueden decir que tuvieron a Roma contra las cuerdas? Pero se ha escrito tanto sobre él que personalmente me atraía más el punto de vista de los invadidos, los íberos, los que tenían tanto que perder. Se ha escrito muy poca literatura sobre ellos. Supongo que es más sencillo identificarse con un personaje ficticio, que parte de cero y con el que el lector no tiene ideas preconcebidas. De Icorbeles nadie espera nada.

¿Nos falta conocer más a los héroes ‘valencianos’, o no salimos de Jaume I, el Palleter, Joan Baptista Basset…?

Es lógico que nos centremos tanto en estos personajes que mencionas. Son santo y seña de nuestra cultura. En parte así debe ser. Pero estoy de acuerdo en que hay otros, escondidos en las sombras de la Historia, que bien podrían protagonizar grandes novelas. Supongo que nos toca a los autores rebuscar un poco.

¿Icorbeles podría haber sido un protagonista de los cómics Marvel que usted tanto adora?

Quién sabe (risas). No me importa reconocer que soy seguidor de los cómics desde niño, de hecho le debo mi pasión por la lectura. Icorbeles tiene un poco de la tragedia típica de algunos personajes de cómics. Sin embargo, puedo asegurar que no tiene ningún superpoder.

Visitó diversos yacimientos de la cultura ibérica para documentarse ¿cuál de estos escenarios le resultó más evocador?

El que mejor recuerdo, por cercanía, es el yacimiento de la Bastida de les Alcusses, en Moixent, un asentamiento ibérico del siglo IV a.C., bastante anterior a la historia de mi novela, pero que me otorgó un punto de referencia y me transportó al interior del mundo íbero. En lo básico, todos los poblados íberos eran similares: Situados casi siempre en altas lomas para tener buena visibilidad y defensa. Los restos de la muralla se conservan relativamente en buen estado, y son impresionantes. También la zona de Xàtiva y toda la región resultó ser especial, ya que yo vivo muy cerca, en Benigànim. Es muy fuerte la sensación de saber que estás recorriendo los mismos lugares que tus personajes.

¿Qué tiene de reivindicación de la cultura ibérica su novela?

Bastante. No nació con esa intención, pero conforme me adentraba más en la sociedad ibérica durante el proceso de documentación fue cobrando importancia el, más que reivindicar, dar a conocer una de las culturas más desconocidas por el público en general. No podía entender como, más allá de Blasco Ibáñez (con su poco conocida Sonnica la cortesana), ningún escritor había pensado en narrar un episodio tan épico como el sitio de Aníbal Sagunto.