Pepe Gil cumple mañana 81 años y no tiene entrada en wikipedia ni se le encuentra si se le busca en internet. Pepe Gil es viudo, no tiene hijos y desde hace siete años pasa sus días en la residencia de tercera edad Ruzafa de Valencia sin que las visitas abunden. Pepe Gil es uno de los tantos actores curtidos en cientos de escenarios de provincias en los tiempos grises del nodo cuyo nombre no ha pasado a los libros de Historia.

Cuando el teatro era algo más casero y artesano, Pepe Gil -así le pusieron, y no José, en los primeros carteles y así se quedó- se recorrió todos los de Valencia y bastantes de fuera: Principal, Ruzafa, Eslava, Princesa, Serrano, Apolo, Alcázar, Olympia, Rialto, Micalet, Casa de los ObrerosÉ por citar los de casa. "Ni uno me quedó por pisar", dice sin borrar una sonrisa de orgullo.

Hizo sainete, comedia, drama, espectáculos de variedades e incluso zarzuelas (en la compañía de Antón Navarro), que en eso no han cambiado tanto los tiempos y la mayoría de actores nunca ha podido rechazar muchas ofertas.

Pero Pepe Gil fue también actor de cine y televisión y quizá alguien identifique su rostro, aunque fueron papeles pequeños. Fue el funcionario que hacía de guía en la Modelo en Todos a la cárcel (1993), de Luis García Berlanga, un capuchino en Tranvía a la Malvarrosa (1997), de José Luis García Sánchez, o un presentador en Tiempos de azúcar (2001). Tabarka, Con el culo al aireEl hombre de la nevera fueron otros filmes de producción valenciana en los que participó.

En la pequeña pantalla, su gran logro fue tener presencia en los trece capítulos de Ruzafa 56 (su barrio de toda la vida), en algunos de Herència de sang y en la miniserie sobre la vida de Blasco Ibáñez. Todas, producciones para Canal 9.

La memoria no es la que era y en la cabeza de Pepe Gil van y vinen títulos, apellidos y fechas, mientras echa en falta la maleta llena de recortes de críticas que se quedó en su piso. "Allí estaba media vida".

El rostro se le ilumina al mencionarle a Berlanga. "Vino a verme al Apolo de joven y me hizo alguna objeción, que me gustó, porque él ya era alguien considerado en la profesión", cuenta.

Joan Monleón, Lina Morgan, Rafaela Aparicio o Florinda Chico son otros famosos con los que compartió escenario o plató. De nadie habla mal. El recuerdo de la profesión es limpio. O así lo ha dejado el tiempo transcurrido.

A Pepe Gil, el actor que le dejó huella auténtica fue Rafael Ribelles, "menudo actorazo". "La muralla fue lo primero que vi suyo y no sé cómo no me desmayé de la emoción de verlo interpretar", afirma.

De su larga vida en los teatros recuerda sobre todo la revista All i pebre i ensalà, que con ese nombre tan poco cosmopolita llegó a Madrid, y el monólogo de 105 minutos Mujeres ¡no!, que interpretó en el Micalet y llevó también al Reina Victoria de Madrid durante tres días. "Vino a verme el actor Antonio Riquelme y luego me dijo que él se sentía incapaz de hacer un personaje así".

Pepe Gil es nieto de actor (Vicente Luis Puchol), marido de actriz (Rosalía Baxa; su nombre lo lleva en la pulsera) y a los siete años pisó por primera vez un escenario. Empezó profesionalmente a los 17 y se cortó la coleta a los setenta. En la Unión de Actores, cuenta, le decían que en Madrid hubiera hecho más carrera, pero "estaba casado y me tiraba estar en Valencia".

Pepe Gil Luis está orgulloso de su profesión, pero le dolía no haberse visto en los periódicos. Su genio de la lámpara se ha llamado Ximo Lloris, un bombero jubilado del voluntariado Mayores para mayores que cada jueves le lleva el milagro de la compañía y que escribió a este diario porque ya el abuelo de Pepe Gil compraba El Mercantil Valenciano. Por justicia, sueño cumplido, Pepe Gil.