Tanto monta, monta tanto, Isabel de Castilla como Margarita de Parma (antes de Austria). Ambos nombres esconderían una sola identidad, la de la hija ilegítima del emperador Carlos I. Es lo que plantea el historiador Pere Maria Orts en un texto que acaba de publicar la revista Afers dentro de una publicación especial para conmemorar los 50 años de Nosaltres, els valencians. "Margarida o Isabel. Dos noms per a una mateixa filla il·legítima de l'emperador Carles d'Àustria" es el título (definitorio) del estudio de Orts i Bosch.

Puede parecer un debate ocioso, pero los historiadores hace años que le dan vueltas a la razón de ser de la "sereníssima Dona Isabel infanta de Castilla, hija de la magestat del emperador nuestro Señor", a la que Germana de Foix (viuda de Fernando el Católico y virreina de Valencia entre 1523 y 1538) dejó en su testamento una de las piezas más sobresalientes de su legado: "aquel hilo de perlas gruesas de nuestra persona, que es el mejor que tenemos, en el qual ay ciento y treynta y tres perlas".

Hoy está extendido entre la historiografía que esa Isabel de Castilla a la que la virreina trata de "infanta" -un gesto de afecto y reivindicación, porque infantes solo eran los hijos legítimos- sería el fruto de la relación que la viuda de Fernando el Católico y abuelastra por tanto de Carlos I mantuvo con éste a su llegada a España en 1517 (él tenía 17 años y ella, 29).

Fue Manuel Fernández Álvarez quien levantó esta tesis en 2001 -así lo recogió Levante-EMV entonces- y ha pasado a incluirse en los esbozos biográficos de Germana de Foix. Sin embargo, el misterio es absoluto sobre esa "Isabel infanta de Castilla". Como mucho se apunta que residió y fue educada en la Corte de Castilla. La hipotética relación amorosa entre el emperador y la princesa de origen francés es también uno de los ejes de la novela de Carmen Güell Jaque a la reina muerta.

Esta posibilidad chocaba hasta ahora con lo que la historia oficial ha dicho de Carlos I: que tuvo dos hijos ilegítimos, Margarita de Austria y Don Juan de Austria.

Pere Maria Orts da por desvelado el enigma a partir de unos documentos que manejó en 1971 por otros trabajos, pero que aparcó en los cajones. Se trata de un escrito de Carlos I fechado en febrero de 1537 en el que encarga al mestre racional de Valencia Joan de Romaní que cobre a los ciudadanos el impuesto de matrimonio por el casamiento de su hija ilegítima Isabel -así la refieren los papeles del Arxiu del Regne de València- con Alejandro de Médicis, que había tenido lugar unos años antes, convirtiéndolos en duques de Florencia.

Esta hija ilegítima que el emperador llama Isabel en este escrito aparece referida en el Archivo Real de Simancas -y así ha pasado a la historia- como Margarita de Austria primero y Margarita de Parma después, a partir de su boda con Octavio Farnesio después de que Alejandro de Médicis muriera asesinado en 1537.

Para el erudito valenciano, "reafirma aún más el hecho que las dos sean la misma persona el hecho de que Margarita, llamada ya de Parma, luzca el collar que la reina Germana le legó llamándola Isabel en el retrato que el pintor Antonio Moro le pintó" (en la foto).

Pere Maria Orts no entra en la cuestión de si esta hija ilegítima (Margarita/Isabel) tuvo por madre a Germana de Foix -como dice, "las hipótesis en Historia son siempre arriesgadas"-, aunque deja caer que no hay seguridad del nacimiento de Margarita en Oudenarde y de que su madre fuera Joana van der Gheyts, como se cita en algunas síntesis. Y, sobre todo, anota lo "inexplicable" de que la virreina de Valencia se acuerde de ella en su último testamento "y de manera tan notable", tanto por el collar que le deja como por la forma en que se refiere a ella.

Así que, al final, la vida de "Isabel infanta de Castilla" no es tan oscura ni conventual como algunos pensaban, subraya Orts. Incluso el palacio que tuvo en Roma (de Madama) es hoy sede del Senado italiano.