La presencia de José Tomás en Huelva, en el que era el segundo paseíllo de su temporada, volvió a saldarse con un éxito artístico y de público. En el plano económico, volvió a poner el cartel de "no hay billetes", tal como sucedió hace cinco semanas en Badajoz, en tarde de competencia con El Juli.

Ayer en Huelva, y con una temperatura de 40 grados a la sombra, a las ocho y diez de la tarde comenzó el festejo. José Tomás y Morante de la Puebla, mano a mano. Ni una plaza hotelera quedó libre en Huelva y sus alrededores. Aficionados llegados de todos los puntos de la península y el extranjero inundaron la ciudad. La habitual peregrinación de fieles del tomasismo desembarcó en la ciudad onubense. Según Oscar Polo, empresario de la plaza, "hemos aumentado 1.700 abonos, lo que es una barbaridad. Nunca se había vivido nada igual en Huelva".

Por la mañana no hubo sorteo, ya que los dos matadores eligieron tanto los toros que iban a matar como los correspondientes sobreros. El espada de Galapagar veló sus armas en el hotel NH y, como suele ser habitual, llevó junto a él a su médico personal, a lo que añadió un cirujano torácico y litros de sangre en la enfermería de la plaza.

José Tomás, quien vistió de frambuesa y oro, lidió a "Destocado", de Victoriano del Río, al que cortó una oreja tras una faena entonada. A "Granado", de Jandilla le cortó las dos orejas después de un trasteo emotivo y entregado, y con "Burriño", un astado de El Pilar, bronco y deslucido, fue ovacionado. Por su parte Morante de la Puebla, de caña y oro, fue silenciado tras pasaportar un flojo astado de Núñez del Cuvillo, cortó una oreja de una manejable res de Juan Pedro Domecq frente al que derramó gotas de su extraordinaria torería, y en el sexto, de la ganadería de Zalduendo,escuchó aplausos del respetable, tras mostrar voluntad en una labor que no acabó de tomar vuelo.