?José (Pepe) Mas se fue el pasado día 12 de la misma forma en que le gustó vivir: con discreción y silencio. En la intimidad familiar fue incinerado y sus cenizas lanzadas al mar, una de sus pasiones. Sus allegados celebrarán hoy una misa funeral (20.00) en la iglesia de San Valero de Valencia (Russafa) a modo de despedida.

Mas (Valencia, 1939) fue poeta, profesor e investigador. Como crítico colaboró durante años en el suplemento Posdata de Levante-EMV. La última de sus aportaciones, publicada el pasado 15 de junio, era un análisis del último poemario de José Saborit, La eternidad y un día.

Pepe Mas era ciego, "para bien y para mal", como dejó escrito. Una característica que marcó su carrera, pero que no le impidió ninguna actividad. Ni la de ser catedrático de Lengua y Literatura de Secundaria cuando no estaba previsto que un ciego lo fuera. Necesitó una "dispensa", para la que contó con la ayuda de algunos ilustres: Vicente Aleixandre ("un gran amigo, siempre", recordaba ayer M.ª Teresa Mateu, la inseparable compañera de Pepe desde los años de la universidad en Madrid), Dámaso Alonso o Rafael Lapesa, el viejo profesor que marcó a tantas generaciones de filólogos. El tribunal, al final, no aprobó a Mas, pero tampoco pudo suspenderlo. La cátedra cayó poco después.

Pepe Mas publicó nueve libros de poemas y deja uno inédito. Como investigador, dirigió con Mateu la colección juvenil de clásicos Cátedra Base, editorial para la que realizó las ediciones críticas de obras de Blasco Ibáñez, Aleixandre o Matute. Junto a los libros, Mas no entendía la vida sin el piano, su otra pasión confesa.