Cuando las agujas del reloj de la basílica de San Jaime marcaron las cinco y media de la tarde, comenzó una nueva edición del ciclo de novilladas de Algemesí.

Rompiendo la tradición, la manifestación del habitual grupúsculo de antitaurinos del día del comienzo de la feria se adelantó al jueves, con lo que el ciclo comenzó sin incidentes. Un serial que se vive con especial intensidad en la ciudad. La calle Montanya y sus establecimientos eran un hervidero de aficionados, tanto locales como foráneos. Y los componentes de las peñas cadafaleras desfilaban desde sus cuarteles generales de la plaza Salvador Castell hasta el coso, llenos de colorido.

La comisión taurina de la ciudad, a cuyo frente está Paco Rubio, a pesar de la crisis ha tirado para delante montando una feria de elevado nivel ganadero, y en la que asimismo destacan las presencias de un amplio elenco de novilleros valencianos. Y con un vistoso cartel anunciador firmado por David Pérez, ganador del concurso que se organizó al efecto.

El festejo inaugural se celebró con un gran ambiente en los tendidos, en los que destacaba, eso sí, el vacío en dos de los cadafales del singular palenque algemesinense.

En el mismo se lidió un encierro de Miura. Compusieron un lote de astados de buena presencia, sobrados de cuajo y lustre. Altos, zancudos, largos y hondos, recibieron un duro castigo en el caballo y, en general, resultaron tan nobles como manejables. Dejaron estar, eso sí, aunque se echó de menos en ellos raza, casta o al menos las complicaciones inherentes a su legendario encaste.

Repitió con celo el que abrió plaza, al que costó algo humillar. Acusó el castigo en varas el bizco segundo, que siempre quiso aunque tómó las telas claudicante y algo rebrincado. Noblón, blando y algo desentendido el tercero, y se empleó el más vareado cuarto, que embistió con fijeza.

Jesús Duque, quien debutó hace dos años con picadores en esta misma plaza, anduvo toda la tarde con firmeza y aplomo. Puso de manifiesto tanta soltura como seguridad y oficio. Ligó con expresión los muletazos a su primero, al que despenó de una gran estocada, y resolvió con compostura y frente a su segundo.

El zamorano Alberto Durán, nuevo en Algemesí, evidenció que conoce los rudimentos de la profesión, si bien sus dos trabajos, siempre con el mando a distancia, resultaron en conjunto desconfiados, toscos e irrelevantes.

LA CORRIDA

Primera de feria. Casi lleno en tarde soleada. Novillos de Miura, bien presentados, altos, largos y finos de cabos, en conjunto nobles y manejables.

Alberto Durán (grana y oro), silencio tras aviso y silencio. Jesús Duque (champagne y oro), oreja y vuelta tras aviso. Actuó como sobresaliente Juan Manuel Rodado (champagne y azabache). Saludó tras banderillear al 2º Juan Carlos Donaire y Raúl Martí pareó con exposición al 3º. Presidió el alcalde de la ciudad, Vicente Ramón García Mont. Durán debutó en Algemesí.