"Vaya horas de beber copas", señalaba ayer por la mañana una vecina de la urbanización Monte Pego, que vive justo enfrente del lujoso chalet donde el cineasta británico Ridley Scott rodaba su película 'El consejero'. Y es que no marcaba el reloj las diez de la mañana cuando decenas de extras daban vida a una fiesta en la piscina repleta de cuerpos musculosos, figuras femeninas esculturales y algún que otro empresario con pinta de mafioso. Era una pool party en casa de un narcotraficante en la que apareció en escena, por primera vez en Alicante, el actor español Javier Bardem.

La película, que ayer empezó a filmar en la provincia el padre de Alien y Gladiator, aborda la historia de un abogado fracasado que se interna en el mundo del tráfico de estupefacientes. El encargado de dar vida a este personaje es el actor Michael Fassbender, que fue uno de los primeros en dejarse ver por esta urbanización de lujo situada entre El Verger y Pego. El protagonista comenzaba a rodar a primera hora más fresco que una rosa, a pesar de que el lunes por la noche se dejó caer por el centro de Alicante, se tomó algún vodka tonic en el hotel y se pasó por el Casino para jugar al blackjack junto a compañeros del equipo. Sin duda, Fassbender es un todoterreno, sin aires de divo y abierto a intercambiar chascarrillos entre toma y toma con otros miembros del equipo.

No se puede decir lo mismo de su compañera de reparto, Cameron Diaz, cuyo escolta, según algunos extras, abroncó a una persona que se encontraba en el set por hacerle una foto. La norteamericana no se puso frente a la cámara hasta pasadas las tres de la tarde. Acompañada siempre de un enorme paraguas verde, para evitar las instantáneas de algunos paparazzi que se desplazaron a Monte Pego. La protagonista de Algo pasa con Mary, que no paró de beber té verde, tenía un aspecto de fémina castigadora y misteriosa: vestido negro ceñido con una manga descubierta para lucir un tatuaje de leopardo y un pelo rubio con mechas negras.

Una de las escenas estelares fue cuando salió junto a Javier Bardem a escena, totalmente caracterizado con el pelo negro de punta, gafas vintage, camisa azul y pantalón claro, una mezcla entre malo japonés y bakala nacional. El madrileño, que encarna a un narcotraficante, se dejó caer sobre una tumbona y esperó allí a su chica-leopardo.

Cada escena y cada toma eran cuidadas por Scott y su director de fotografía, Dariusz Wolski, al milímetro. La preparación de cada secuencia se hacía eterna con repeticiones de tomas y el fuerte viento complicaba el rodaje, en el que participaron más de 60 figurantes, llegados desde Alicante y Benidorm en autobuses.

La casa en la que se rodaron ayer varias escenas -de propietario suizo al que le tocó la lotería, que se encontraba en la vivienda durante las tomas- fue alquilada por más de 10.000 euros el día, según señalaron vecinos de la urbanización. Está situada en lo alto de la loma sobre la que está construido el residencial, con forma de barco y un enorme patio con una piscina rebosante de la que disfrutaron algunas bellas figurantes.

Para hacerse una idea del nivel de esta superproducción no hacía falta ver a las estrellas de cine. Solo con el despliegue de camiones, roulottes, coches de lujo, restaurantes móviles se podía imaginar que allí rodaba alguien de la talla de Ridley Scott.