El siglo XVII es el del nacimiento del paisaje como género pictórico, cuando adquiere categoría independiente -deja de ser un fondo- debido al auge de una burguesía protestante en Centroeuropa que se aleja de los grandes temas religiosos e históricos para favorecer asuntos más reales y fácilmente asequibles. Esta pintura es la protagonista de una de las muestras principales del otoño artístico valenciano: El paisaje nórdico en el Prado, organizada por la Obra Social La Caixa -asume toda la financiación, entre 200.000 y 250.000 euros- junto con la pinacoteca estatal y el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. Son, en total, 43 cuadros, que estarán en el Centre del Carme hasta el 2 de diciembre. Luego viajarán a Zaragoza, el otro destino único de la exhibición.

¡Ojo! El adjetivo "nórdico" del título no tiene nada que ver con la acepción actual; se refiere a como conocían en Italia en la época a los pintores que llegaban del otro lado de los Alpes: alemanes y de los Países Bajos. En la exposición se incluyen solo flamencos y algún holandés, porque es lo que hay en el Prado, explicó la comisaria, Teresa Posada, conservadora de pintura flamenca (hasta 1700) del museo.

Nombres como los de Jan Brueghel el Viejo, Rubens o Claude Gellée (Claudio de Lorena) y el tamaño de algunas pinturas dan cuenta del peso de la muestra. "El 80 % son pinturas fundamentales de la colección flamenca del Prado. No es algo apartado en el almacén", argumentó la comisaria, que compareció junto con el subdirector del museo, Gabriele Finaldi. La remodelación de colecciones en la que está embarcada la pinacoteca en los últimos años es lo que ha facilitado la salida de las obras. Eso y el "enorme interés" del primer centro de arte español por exhibir sus fondos fuera de Madrid, agregó Finaldi.

La dinastía Brueghel es la mejor representada en la exposición. El creador, Pieter el Viejo, no está, pero sí sus dos hijos, Pieter el Joven y Jan el Viejo. Sobre todo este último, que además se pinta con su familia en una de las obras (La vida campesina). También está bien representado su hijo, Jan Brueghel el Joven.

Rubens goza de sección propia en el recorrido con tres obras, dos de gran formato. Los paisajes del genio barroco no se conocieron hasta después de su muerte, ya que los realizó en su última etapa y no los vendió: los regaló a amigos o se los quedó. Es lo más personal de su obra.

El destino ideal de la muestra en Valencia parecería el Museo de Bellas Artes San Pío V, dados los fondos de pintura flamenca que conserva, pero los patrocinadores tenían un especial interés por el Centre del Carme. De hecho, la muestra se puede interpretar casi como un premio por el buen resultado en Valencia y Barcelona de la exposición de 2011 sobre los retratos de la Belle Époque.