Escribir para despejar horizontes; no como un divertimento, más bien como una tarea, casi un "deber", para dotar de espíritu crítico individual a la opinión pública. Así definen el ejercicio de columnismo, que llevan a cabo en las páginas de este periódico, José Vicente Villaescusa y José Luis Villacañas. Una vocación del pensamiento que, desde la experiencia, permita vincular el concepto y el afecto. Un jugar con las palabras para describir las realidades contemporáneas en el periódico del día, en la búsqueda de un "avance evolutivo" con el que reaccionar al cambio profundo (y al descrédito de tantas instituciones políticas, institucionales, de colectividadÉ) al que se enfrenta la sociedad actual, en una crisis sin precedentes en la democracia española. Algo así como decir: el que canta (o escribe) su mal espanta.

Dos hombres ilustrados, Villaescusa, valenciano de Mislata, licenciado en Historia; Villacañas, andaluz de Úbeda, catedrático de Filosofía, que no solo coincidieron por apellido y edad (1955), pupitre con pupitre, en el Instituto Lluís Vives de Valencia. También, con militancia o no, en un pasado de extrema izquierda durante el franquismo, que por azares del destino les llevó, también a ambos, y en tiempos también pretéritos, a ocupar puestos de responsabilidad en la Generalitat Valenciana. Villaescusa, como director de contenidos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias; director general de RTVV desde 1996 hasta 2004, y comisionado del Centre del Carme de Valencia. Villacañas, como director general del Libro, Archivos y Bibliotecas entre 1999 y 2003. Experiencias ambas, que "conforman el sustrato biográfico sobre el que uno trabaja para conformar lo que es ser columnista, que es un género literario como otro cualquiera", señala Villaescusa.

Coincidencias, amistad, en realidad, que también siguen hoy desafiando el número par, porque hoy, viernes, ambos presentan sendos libros recopilatorios de sus columnas de opinión publicadas en Levante-EMV durante dos años, desde 2010 hasta 2012. Una tarea que consideran un "privilegio, por la posibilidad de ofrecer un conjunto de impresiones discontinuas, semanales, que conforman un relato", y en la que hoy resisten, entre otras cosas, "porque la democracia está en la resistencia".

Villacañas publica Actualidades, Cardiograma de la crisis, título del libro (y de la columna que publica cada martes). Villaescusa, Gente de a pie (los jueves), ambos editados en Kyrios dentro de la colección Libros del marrano, cuyo logo ha sido extraído de la pintura Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán, de Pedro Berruguete. Dos libros que se presentan esta tarde (19.30 h) en la librería Leo de Valencia. El de Villacañas, "una recopilación que pretende dar testimonio de la evolución política de España en los últimos años y registrar el clima social y cultural que ha llegado a ser general". El de Villaescusa, "una combinación de literatura, arte y vida, que ensaya la búsqueda de un argumento, una sensación, una impresión que consiga rescatar un detalle del mundo de la vida de su inerte temporalidad".

"La columna periodística no es el lugar para la teoría, sino para apreciar el pulso de los días", afirma Villacañas. "Una buena columna puede tener unos gramos de sal conceptual, pero como pensaba Ortega, son conceptos atravesados por la flecha sangrante del presente [É], pero no identificados con el sentimiento dominante de la indignación, sino desde la conciencia cívica". En su opinión, "la crisis ha venido en nuestra ayuda"; "los poderosos se comportan más como señores políticos, dueños del presupuesto, que como servidores públicos; no hablan como representantes del pueblo, sino como propietarios del cargo entendido como prebenda". Una situación que, en sus palabras, debe derivar en coraje y lucha.

O, como decía Villaescusa citando al filósofo Lars Iyer: "Uno escribe para ser el desubicado, ni proletariado ni burgués, es decir, para los amigos de uno, y menos para los amigos que uno tiene que para las innumerables personas desconocidas que llevan la misma vida que nosotros, aquellas que de manera general y aproximada entienden las mismas cosas, son capaces de aceptar o se ven obligadas a rechazar lo mismo, y que se encuentran en idéntico estado de impotencia y silencio oficial". Palabras extraídas del debut de Lars Iyer en Magma (Pálido fuego, 2013), la historia de alguien muy parecido a sí mismo junto a su amigo "ligeramente más exitoso" y los viajes de ambos en busca de conferencias literarias "aceptables" donde se sirva la mejor ginebra.